viernes, 30 de mayo de 2014

Creer es cuestión de tiempo



THE BORDERLANDS es una curiosa película que se queda a medias de casi todo lo que ensaya. Con mejores intenciones que resultados, estaríamos ante un mogollónico cruce entre "La Bruja de Blair", la neopsicodelia de Ben Wheatley y ese humor de nuevo cuño proveniente de las islas y que ha tenido su último gran exponente en BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO. Desgraciadamente, esta "comedia terrorífica" basada en un found footage tan mal desarrollado que, francamente, se podían haber ahorrado lo de las cámaras subjetivas, se queda a la mitad de todo y en ningún momento consigue su, por otra parte loable, intento de subversión. No es una historia nueva, con un caso de apariciones demoníacas en una pequeña iglesia de un remoto pueblito irlandés (creo que era irlandés...), y la llegada al mismo de un investigador secreto del Vaticano y un experto técnico de grabación, ya que la idea es realizar una especie de reportaje de todo lo que el investigador encuentre. El problema de estas cosas es que desde el momento en que el guion debe ocuparse de explicarnos por qué van a grabarlo todo uno ya no se lo cree, y pareciera que hasta los intérpretes se queden sin motivos para aparecer verosímiles, como si en GH no actuaran... Hay, sin embargo, algunos puntos que la elevan algún punto sobre la miríada de subproductos similares, como la excéntrica presencia de Robin Hill (colaborador habitual del propio Wheatley) o un final que no por mal filmado (cutremente filmado) deja de ser uno de los finales más monstruosamente insólitos del último cine de terror, y que por supuesto no les voy a contar.
Sirve para un día holgazán...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!