viernes, 29 de noviembre de 2013

Donde nos lleva el corazón



La información no puede ser más elocuente: Joe Wright se apoya en los clásicos para "revertirlos", su ambición mantiene siempre un ancla, al ser adaptación y no versión. De momento no le conozco una gran película a Joe Wright... tampoco una bazofia. Por su parte, la novela de Tolstói admite cuantas variaciones se le quieran añadir, está demasiado bien escrita como para poder ser adaptada por un necio; sin embargo, está por llegar (si no contamos con los apócrifos) esa "Karenina" perfectamente integrada en el tiempo que ha de hospedarla. No lo digo tanto en lo técnico (porque de sus muchas adaptaciones quizá sea ésta la más osada) como en lo semántico, y para ello habría que desnudar demasiados artificios, a la manera de Bergman, pero me temo que Bergman tiene poco o nada que ver con el genio ruso. Es esta ANNA KARENINA menos... ¿flamboyant?... ¿psicológica?... Puede que más visceral en tanto que la cámara, aun registrando una miríada de detalles, es incapaz de despegarse de una Keira Knightley que necesita desesperadamente un desencasillamiento. Todo lo que "arropa" a estos personajes frustrados y frustrantes es delicioso y fascinante, incluso lo ornamental no oprime al ágil guion de Tom Stoppard, y aunque sepamos la historia ésta no nos resulta fatigosa. Incluso, he de reconocerlo, ANNA KARENINA contiene algunos momentos de belleza casi irreal, como la escena de la pista de patinaje, y los trenes y las estaciones son una auténtica maravilla. No, el pequeño gran problema que le encuentro es que una vez dispersado el encanto, esta "enorme miniatura" pasará a un olvido progresivo porque su director, como buena eterna promesa, y a diferencia de su protagonista, no quiso traspasar los umbrales del corazón, porque sabe que esa es una apuesta a todo o nada, y eso tampoco se estila  hoy día.
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Sin alma. A los protas no me los creo.

dvd dijo...

Para mí, la mejor de las que he visto es la de Clarence Brown. En un principio tuve la tentación de hacer un monográfico, pero ya me pareció cansino el asunto...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!