miércoles, 20 de noviembre de 2013

Rosa que esconde negro



Que 1969 fue un año decisivo para que el cine fuese considerado como algo más que puro entretenimiento queda patente en multitud de obras que han abordado temas espinosos como las guerras, los abusos de poder o el racismo; y no fue hasta ese año que los actores y actrices negros dejaron de "figurar" como un exotismo más o menos solvente y reclamar su propio espacio en pantalla. Era un momento candente en todo el mundo, 1968 había abierto más heridas de las que había intentado cerrar y parecía inevitable que llegaríamos, poco a poco, a este trasunto de pacto social fatigoso y avejentado. Por entonces Brasil semejaba uno de los pocos destinos alejados del blanco y negro moral de una América incapaz de resolver sus miserias bélicas y una Europa cuya pasividad no podía provenir sólo del exceso de diplomacia. Brasil, como África, quizá en menos medida, lleva siglos siendo un país con dos caras; y para no extenderlo, entendamos que los blancos lo llenaron de negros, luego fueron para explotar a esos mismos negros, luego inventaron la democracia para que los negros, en mayoría, no se sublevaran y finalmente se aparearon e inventaron el apaciguador máximo: el mulato. Es curioso, pero no son muy abundantes las voces provenientes de este país que hagan referencia expresa al vergonzoso racismo, casi socialmente estructurado, que se ha sufrido desde que los tangas y el fútbol sustituyeron a las cadenas. Sin embargo, hay un film de 1969 que se atrevió a tocar directamente este tema, y lo más interesante es que no lo hace alabando las bondades de los negros, sino colocando a éstos en su propia encrucijada vital: al ser también inteligentes, serán conscientes de sus problemas, y por tanto, responsables. Su nombre fue EM COMPASSO DE ESPERA y fue el único acercamiento al cine de Antunes Filho, prestigioso director de escena teatral. Con un inicio muy próximo a los ecos y temblores de la nouvelle vague, el film gira en torno a Jorge, un negro que además de bello es inteligente. Jorge escribe poesía comprometida, y por eso es asimilado por los factores de izquierda progresista, pero es vilipendiado por la derecha. Sin embargo, Jorge disfruta de una cómoda posición gracias a que es mantenido por Ema, una mujer blanca obsesionada con él; posición que, por ejemplo, dista mucho de la mediana pobreza de su propia familia, que no ve con buenos ojos el doble juego en el que anda enfrascado y del que intentará salir tras conocer a Cristina, una joven blanca de familia acomodada. A partir de ahí, el film gana en complejidad y aspereza, y muestra un Brasil cada vez más desesperanzador y hostil, con un episodio brutal en la playa y un personaje central, Jorge, que no puede dejar de preguntarse quién es realmente y si sólo existe gracias a que hay "otros" que permiten que exista. Una película irregular, que no ha envejecido del todo bien, pero que más allá de la curiosidad que pueda suscitar contiene varias reflexiones no tan manidas como las que hoy día nos suelen meter por los ojos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!