viernes, 27 de enero de 2012

No es cómo; es por qué



A principios de la década pasada, un suceso acaecido en Alemania dejó perplejo a medio mundo. Perplejo, qué palabra tan inusual hoy día. Resulta que un señor se anunciaba en Internet ofreciéndose para ser devorado, mientras que otro ansiaba comerse a un ser humano. Aunque suene como un latigazo en una habitación vacía, esto fue así. Ambos concertaron una cita y el acto fue consumado, suponemos que de mutuo acuerdo, tal y como indicaban todos los indicios, lo que acrecentó el estupor y, sobre todo, la incapacidad de la opinión pública para aceptar y dotar de significado dicho suceso. Bien, el problema surge cuando se decide hacer una "recreación" del mismo, ponerlo en imágenes ¿Podemos considerar ROHTENBURG una película de terror más? No. Primero porque, aunque sus imágenes nos causen inquietud y bastante repugnancia, no se trata de un film destinado a "asustar", sino a "explicar". Sin embargo, el fallo es estrepitoso; con un material de salidad tan poderoso, un director de videoclips como Martin Weisz queda cegado al instante por la figura de Armin Meiwes, su "cubículo", sus terrores y traumas infantiles, mientras que la "víctima" complementa todo aquello en un clímax que no por esperado deja de sorprender, aunque menos. Para colmo, se introduce con calzador un personaje paralelo, una joven psicóloga americana que investiga la posible existencia de las grabaciones hechas por Meiwes, pero que aporta poco o nada al resultado final. En manos de un director más audaz y hábil, ROHTENBURG habría sido una oportunidad única para abordar un tema tan espinoso como el canibalismo consentido, los porqués no ya de que alguien desee comerse a otra persona, sino de que alguien desee ser comido. Desafortunadamente, y a excepción de algunas escenas sueltas, estamos ante un film incomprensiblemente convencional y de desarrollo aturullado, lo que lo llevó directamente al dvdstore sin apenas repercusión, la que sí tuvo en Alemania por lo de siempre, que fue una idiota sentencia mediante la que se prohibió su estreno. Tampoco era para tanto.
Suculentos saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!