sábado, 7 de enero de 2012

Especia emocional



Algún día se empezarán a recoger las semillas de los trabajos que James Ivory realizó en la India junto a Ismail Merchant y Ruth Prawer Jhabvala allá por los años sesenta y primeros setenta, y no tanto por sus valores culturales en sí, que son incontables, sino por los curiosos significantes que pueden extraerse de la obsesión del cineasta estadounidense por la fusión, el bastardeo de unos parámetros que, en sus manos, cobran nuevos prismas. Es el caso de SHAKESPEARE WALLAH, una película sobre una compañía de teatro inglesa que lleva años recorriendo la India para representar a Shakespeare, digamos que con su particular y muy libertaria filosofía de trabajo. Aparentemente, a Ivory le sirve esto para introducir una algodonada historietilla de amor entre la joven hija de los actores principales y propietarios de la compañía, y un joven hindú de clase acomodada. Poseedor de una mirada sofisticada e inteligente, Ivory emplea un argumento en principio superficial para arremeter (casi como pidiendo perdón, lo que no deja de ser una gran jugarreta) contra el progresivo desvío de una India ya independiente hacia una europeización mucho más totalista incluso que en pleno colonialismo. Y no tanto por querer resultar falsamente paternalista, sino porque su discurso se enriquece a medida que observamos el devenir de unos ingleses imbuidos de los valores indios, mientras las nuevas generaciones de indios (las de entonces, claro) comenzaban a adorar al nuevo dios Bollywood, no ya para desentenderse (por ejemplo) de Shakespeare, sino de su propia tradición escénica. Un film, sin embargo, que sufre de la habitual morosidad de Ivory, lo que requiere un punto alto de cinefilia y paciencia; toda esta riqueza de matices está encajada hábilmente entre minutos y minutos de diálogos un poco bobos, así que, una vez más, cine inteligente para gente preparada. Aburrida, dirán otros...
Saludos indostanís.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!