lunes, 16 de enero de 2012

La pintura pensada



Dicho en muy pocas palabras (tampoco son necesarias muchas más), CÉZANNE, de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, es más un elogio sentido y descarnado hacia la obra de dicho pintor que cualquier análisis concienzudo sobre la misma. Bien, muy bien; y una alegría también para longitudinales estudiantes de arte, que encuentran en apenas 45 minutos algunas de las claves de por qué, según una mirada desprejuiciada, el color, la forma y el espíritu se conjuran en una belleza desnuda pero difícil de describir. Son palabras e imágenes, algunas reales, filmadas; otras simplemente cuadros, composiciones. Y en el otro extremo, el cine, o la fotografía, la correspondencia entre distintas disciplinas. Aparece el propio Cézanne encerrado en un cuadrado, como pensando qué pintar (y qué no), mientras las palabras se suceden como inmanentes de dicha imagen; los cineastas exploran, bastardean con el cine de Renoir (tan de Cézanne...), y regalan algunos minutos de su MADAME BOVARY, lo "exponen" más allá de su propia explicación. CÉZANNE es, finalmente, una alegría imparable, una celebración sin estridencias que compila algunos datos pero prefiere, radicalmente, mantenerse firme en su absoluta subjetividad cognitiva. Y para el espectador, aparte de una revelación, 45 minutos de inteligencia comprimida... Y de verdad que no es poco.
Saludos impresionistas.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!