
Supongo que habrán notado lo difícil que me resulta decir algo que, simplemente, ni es, ni puede ser así. Hablar mal de HOW GREEN WAS MY VALLEY es algo tan absurdo como chistoso; pues estamos ante una de las más grandes obras (tengo el vello literalmente erizado) de arte del siglo XX, del séptimo y los otros seis, si quieren.
No le hace falta a John Ford meterse en berenjenales psicológicos ni en sofisticados galimatías generacionales para despellejar el alma humana en un frontispicio único e insobornable; le basta colocar a una numerosa familia minera del oscuro Gales de principios de siglo y dejar que los actores se muevan como si siempre hubiesen estado en la falda de ese espacio mítico que es la mina, erigida en monstruo fagocitador e incansable de esas graníticas figuras, los mineros, vistos por la lupa del maestro en fila hormigueante, cuando no en míticas discusiones de cuatro paredes, donde el "basta ya" de la nueva generación desafía al inamovible discurso paternal, dispuesto a morir por su supervivencia, sin atender jamás a precariedades ni derechos.
Pero insisto, HOW GREEN WAS MY VALLEY no es nunca un panfleto ni una telenovela sobre "¡Qué pobrecitos somos!", no, nunca, jamás; lo que palpita bajo la grasa y el sudor, igual que por encima de los bailes o los cuellos almidonados, es, ni más ni menos, la gran tragedia humana, la que hace rico al cabrón y pobre al honesto.
Véanla. Véanla. Véanla. Una de las películas más grandes de la historia.
Saludos dosificados.
5 comentarios:
Me uno a la recomendación. Portentosa.
Creo que después de leer tu post no tengo por más que verla.
Gracias por la recomendación
Saludos
Dices bien querido guajiro, la gran tragedia humana, no hay por donde empezar, habría que arrasarlo todo, el hombre no merece el aire que respira. Todo irrespirable.
¡Qué grande es Ford, cagüendios!
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