
¡ME VOY DE VACACIONES!... ¡Y NADIE PUEDE IMPEDIRLO! ¡JAJAJAJAJAJAJA!...
... Seguiremos informando...
 Vamos a hablar hoy, diez años después de su estreno, de una película excepcional, basada en una novela magistral del genial Graham Greene ¿Qué podría salir mal?... Nada, supongo. Los actores están espléndidos, el relato mantiene la tensión y no decae, la ambientación está cuidada.
Vamos a hablar hoy, diez años después de su estreno, de una película excepcional, basada en una novela magistral del genial Graham Greene ¿Qué podría salir mal?... Nada, supongo. Los actores están espléndidos, el relato mantiene la tensión y no decae, la ambientación está cuidada. Porque sí, porque sé que en la blogosfera hay multitud de fanáticos de BEAUTIFUL GIRLS (He visto incluso blogs dedicados por entero a esta cinta...), así que no sé si va a caer bien o mal lo que viene a continuación.
Porque sí, porque sé que en la blogosfera hay multitud de fanáticos de BEAUTIFUL GIRLS (He visto incluso blogs dedicados por entero a esta cinta...), así que no sé si va a caer bien o mal lo que viene a continuación. Y Gaspar Noé lo volvió a hacer (búsquese crítica de SOLO CONTRA TODOS en estas mismas páginas), volvió a dividir a la crítica y al público; así que generó debate, no a una escala significativa, se trata de Noé, no Spielberg, claro. Pero en estos tiempos de asquerosa tibieza no está mal que te tilden de genio o de farsante, sin medias tintas. A la espera de poder ver su nuevo trabajo, grabado en Japón, hoy voy a hablar de su segundo film, otra vuelta de tuerca a la sinrazón y la iniquidad del hombre contemporáneo.
Y Gaspar Noé lo volvió a hacer (búsquese crítica de SOLO CONTRA TODOS en estas mismas páginas), volvió a dividir a la crítica y al público; así que generó debate, no a una escala significativa, se trata de Noé, no Spielberg, claro. Pero en estos tiempos de asquerosa tibieza no está mal que te tilden de genio o de farsante, sin medias tintas. A la espera de poder ver su nuevo trabajo, grabado en Japón, hoy voy a hablar de su segundo film, otra vuelta de tuerca a la sinrazón y la iniquidad del hombre contemporáneo. De verdad que me aburro, sólo se me ocurre esa explicación para haberme puesto a ver T4 (y la llamaré así para no gastar más tinta de la necesaria). Dos horas de ¡Bum! ¡Catacroc! ¡Flash! en una de las cosas más incomprensibles que he podido ver últimamente; porque llamarlo película es insultar al director de fotografía que trabajó con Budd Boetticher o Nicholas Ray o al iluminador de Lubitsch o al montador de Frankenheimer, independientemente de su nombre, porque en realidad me refiero a la profesión y a un trabajo que va en busca de un fin más o menos artístico, porque no todo el mundo puede ser un gran artista, como Kubrick o Bresson, pero sí quedar como un profesional solvente y concienzudo, como Carpenter o Lumet. Por tanto, no es que T4 sea peor que cualquier otra basura salida del descomunal vertedero llamado "industria"; por no ser no es ni la más cara; por no tener no tiene ni al actual gobernador de California, al que recrean digitalmente en un final espantoso de los de verdad. Ver T4 es ver un videojuego donde no hay cabida a la sorpresa porque todo lo que ocurre ya lo sabemos de antemano, es la misma secuencia lógica de eventos que chisporrotean y brincan y logran mantener a una persona alejada de cualquier pensamiento crítico. Todo esto, aparte de conseguir que esté tardando más de lo normal en escribir esto, queda nítidamente reflejado en un desarrollo incomprensible, deficiente siendo muy benévolos y que llega hasta un final que me gustaría resaltar, porque yo no he hablado muy bien de artefactos como MATRIX, sin embargo, son cosas como ésta las que hacen buenas a otras, porque toda la ampulosidad que se le presupone a la saga de los Wachowski termina con un aceptable "tiremos la casa por la ventana"; sin embargo, después de aguantar una hora y media insufrible ni siquiera hay un final de traca... Qué va. Nos dicen que se ha desatado una guerra mundial entre hombres y máquinas (¡toma ya!), las máquinas cosechan a los humanos y se los llevan a un sitio que es como una factoría gigantesca, así que suponemos que aquello será la leche (insisto, en MATRIX había millones de bichos de esos)... No, sale un robot ¡UNO! ¡UNO! ¡UNO!... Me cago en la leche... ¡¿Que eso no es engañar?!...
De verdad que me aburro, sólo se me ocurre esa explicación para haberme puesto a ver T4 (y la llamaré así para no gastar más tinta de la necesaria). Dos horas de ¡Bum! ¡Catacroc! ¡Flash! en una de las cosas más incomprensibles que he podido ver últimamente; porque llamarlo película es insultar al director de fotografía que trabajó con Budd Boetticher o Nicholas Ray o al iluminador de Lubitsch o al montador de Frankenheimer, independientemente de su nombre, porque en realidad me refiero a la profesión y a un trabajo que va en busca de un fin más o menos artístico, porque no todo el mundo puede ser un gran artista, como Kubrick o Bresson, pero sí quedar como un profesional solvente y concienzudo, como Carpenter o Lumet. Por tanto, no es que T4 sea peor que cualquier otra basura salida del descomunal vertedero llamado "industria"; por no ser no es ni la más cara; por no tener no tiene ni al actual gobernador de California, al que recrean digitalmente en un final espantoso de los de verdad. Ver T4 es ver un videojuego donde no hay cabida a la sorpresa porque todo lo que ocurre ya lo sabemos de antemano, es la misma secuencia lógica de eventos que chisporrotean y brincan y logran mantener a una persona alejada de cualquier pensamiento crítico. Todo esto, aparte de conseguir que esté tardando más de lo normal en escribir esto, queda nítidamente reflejado en un desarrollo incomprensible, deficiente siendo muy benévolos y que llega hasta un final que me gustaría resaltar, porque yo no he hablado muy bien de artefactos como MATRIX, sin embargo, son cosas como ésta las que hacen buenas a otras, porque toda la ampulosidad que se le presupone a la saga de los Wachowski termina con un aceptable "tiremos la casa por la ventana"; sin embargo, después de aguantar una hora y media insufrible ni siquiera hay un final de traca... Qué va. Nos dicen que se ha desatado una guerra mundial entre hombres y máquinas (¡toma ya!), las máquinas cosechan a los humanos y se los llevan a un sitio que es como una factoría gigantesca, así que suponemos que aquello será la leche (insisto, en MATRIX había millones de bichos de esos)... No, sale un robot ¡UNO! ¡UNO! ¡UNO!... Me cago en la leche... ¡¿Que eso no es engañar?!... Philip K. Dick es el gran pope de lo alternativo, de lo alternativo como opción a lo oficial; siempre se ha hecho preguntas en sus excelentes novelas, donde nada es, ya no lo que parece, sino lo que se supone que debe ser. Y muchos de su legión de incondicionales piensa, no sin razón, que A SCANNER DARKLY es su obra cumbre.
Philip K. Dick es el gran pope de lo alternativo, de lo alternativo como opción a lo oficial; siempre se ha hecho preguntas en sus excelentes novelas, donde nada es, ya no lo que parece, sino lo que se supone que debe ser. Y muchos de su legión de incondicionales piensa, no sin razón, que A SCANNER DARKLY es su obra cumbre. Un par de aclaraciones y otro par de contradicciones, necesarias por otra parte, para evaluar convenientemente esta película que no es tal, sino un interesantísimo trabajo de graduación; si nos ponemos graciosos, incluso muy por encima de gran parte de la bazofia oficial estrenada cada año. El nombre de su director/aspirante/estudiante es J.T. Petty, que desde los diez años transcurridos desde este boceto en imágenes ya ha dado algunas muestras de su singular y nada acomodaticio talento.
Un par de aclaraciones y otro par de contradicciones, necesarias por otra parte, para evaluar convenientemente esta película que no es tal, sino un interesantísimo trabajo de graduación; si nos ponemos graciosos, incluso muy por encima de gran parte de la bazofia oficial estrenada cada año. El nombre de su director/aspirante/estudiante es J.T. Petty, que desde los diez años transcurridos desde este boceto en imágenes ya ha dado algunas muestras de su singular y nada acomodaticio talento. Estamos, queridos indéfilos, en el puto corazón del verano; hay quien se tuesta sobre la arena, quien suda subiendo la montaña y hasta el que teclea nada más desayunar en casita... En fin...
Estamos, queridos indéfilos, en el puto corazón del verano; hay quien se tuesta sobre la arena, quien suda subiendo la montaña y hasta el que teclea nada más desayunar en casita... En fin... Con la dudosa duda de dar por terminado aquí el monográfico más extraño de los que he acometido hasta ahora o continuarlo la semana que viene, llegamos hoy hasta la peor clase de cine, al menos el más irritante: el pedante.
Con la dudosa duda de dar por terminado aquí el monográfico más extraño de los que he acometido hasta ahora o continuarlo la semana que viene, llegamos hoy hasta la peor clase de cine, al menos el más irritante: el pedante. Los que me conocen lo saben. Mi TERROR visceral a las grandes masas de agua es capaz de sacudirme incluso a cientos de metros de la playa, por ejemplo. No es aversión al agua, no se vayan a pensar que las moscas son mis amigas; sólo cuando hay mucha agua, mucha mucha.
Los que me conocen lo saben. Mi TERROR visceral a las grandes masas de agua es capaz de sacudirme incluso a cientos de metros de la playa, por ejemplo. No es aversión al agua, no se vayan a pensar que las moscas son mis amigas; sólo cuando hay mucha agua, mucha mucha. Cuidado, los que van a temblar hoy son ustedes; ustedes, chicos y chicas ya talluditos, que viajan en pantalones sueltos y aromas de diseño. Porque ustedes también vieron TOBI... Sí, la vieron junto a Sabadabadá, La cometa blanca y Pista Libre... Siguen vivos, es cierto, pero su psique aún está afectada, y algunas veces tienen visiones de chalequitos rojos con el cuello blanco llenos de pelotillas, y el Frigodedo, el Frigopie y el Drácula, y los vaqueros Quenk de Modas Isabel con el dobladillo descaradamente de otro color, pantalones de siete años que ya no caben. Y la cartilla Rubio y los libros de Santillana, llenos de círculos concéntricos por fuera y cuadraditos naranja por dentro. Y el 131 de papá y el 1500 del abuelo... Y los Telefunken Palcolor y Verano Azul, claro... Pero antes de que todos lloráramos como idiotas con unos pijos en bicicleta, Antonio Mercero, un friki con vocación de persona normal, realizó uno de los films más descabellados e incomprensibles de la historia. Sí, era un niño rubito como los de los anuncios al que un día le salen alas. La imagen cenital del querubín corriendo en pelotas por La Gran Vía desierta es ya un clásico del bizarrismo cinéfilo y objeto codiciado de pederastas sin fronteras, porque hace treinta años estas cosas eran normales... La cosa estaba clara, exprimir la gallina de los huevos de oro, que era el niño al que ya habían explotado antes en LA GUERRA DE PAPÁ y del que luego poco o nada más se supo, y todo en base a un humor casposo y castizo, grueso de cojones, donde todo vale, hasta el niño cagándose en el casco de un policía o un científico que parecía salido de la Hammer, con collarín y todo.
Cuidado, los que van a temblar hoy son ustedes; ustedes, chicos y chicas ya talluditos, que viajan en pantalones sueltos y aromas de diseño. Porque ustedes también vieron TOBI... Sí, la vieron junto a Sabadabadá, La cometa blanca y Pista Libre... Siguen vivos, es cierto, pero su psique aún está afectada, y algunas veces tienen visiones de chalequitos rojos con el cuello blanco llenos de pelotillas, y el Frigodedo, el Frigopie y el Drácula, y los vaqueros Quenk de Modas Isabel con el dobladillo descaradamente de otro color, pantalones de siete años que ya no caben. Y la cartilla Rubio y los libros de Santillana, llenos de círculos concéntricos por fuera y cuadraditos naranja por dentro. Y el 131 de papá y el 1500 del abuelo... Y los Telefunken Palcolor y Verano Azul, claro... Pero antes de que todos lloráramos como idiotas con unos pijos en bicicleta, Antonio Mercero, un friki con vocación de persona normal, realizó uno de los films más descabellados e incomprensibles de la historia. Sí, era un niño rubito como los de los anuncios al que un día le salen alas. La imagen cenital del querubín corriendo en pelotas por La Gran Vía desierta es ya un clásico del bizarrismo cinéfilo y objeto codiciado de pederastas sin fronteras, porque hace treinta años estas cosas eran normales... La cosa estaba clara, exprimir la gallina de los huevos de oro, que era el niño al que ya habían explotado antes en LA GUERRA DE PAPÁ y del que luego poco o nada más se supo, y todo en base a un humor casposo y castizo, grueso de cojones, donde todo vale, hasta el niño cagándose en el casco de un policía o un científico que parecía salido de la Hammer, con collarín y todo. Muy de vez en cuando, en mitad de un inmenso océano de películas mediocres, prescindibles, asquerosamente rastreras, aparece un "elemento desestabilizador", como yo lo llamo. Muy de vez en cuando.
Muy de vez en cuando, en mitad de un inmenso océano de películas mediocres, prescindibles, asquerosamente rastreras, aparece un "elemento desestabilizador", como yo lo llamo. Muy de vez en cuando. Adivina adivinanza... ¿A qué película pertenece esta imagen?... Difícil ¿eh?, pero seguro que se les habrá ocurrido alguna peli de estas de intrigas políticas o de invasiones multitudinarias... Pero no, nada de eso; este fotograma tan típico y tan tópico es de una película que me ha hecho temblar las dos veces que la he visto; y he temblado por algo que cantaba el gran Manolo Escobar mientras meneaba la cabeza con esa sonrisilla suya: "Todo es posible en Granadaaaa...".
Adivina adivinanza... ¿A qué película pertenece esta imagen?... Difícil ¿eh?, pero seguro que se les habrá ocurrido alguna peli de estas de intrigas políticas o de invasiones multitudinarias... Pero no, nada de eso; este fotograma tan típico y tan tópico es de una película que me ha hecho temblar las dos veces que la he visto; y he temblado por algo que cantaba el gran Manolo Escobar mientras meneaba la cabeza con esa sonrisilla suya: "Todo es posible en Granadaaaa...". Bueno, pues de vuelta presento este nuevo monográfico que tiene poco de monográfico. Miren el título. No, no tiemblo con películas de terror, quizá con alguna, pero son otros motivos los que logran inquietarme de manera plausible ¿O no les da más miedo enfrentarse al tocho existencialista El ser y la nada que a cualquier cuento de S. King? Pues a eso voy, y durante esta semana me pienso estrujar la sesera para exponer los motivos por los que films aparentemente inocuos (no todos, claro) me hicieron, literalmente, temblar. Y qué mejor título para empezar que uno de esos "caramelos envenenados", mordaces, poliédricos y dotados de un humor con bastante mala uva.
Bueno, pues de vuelta presento este nuevo monográfico que tiene poco de monográfico. Miren el título. No, no tiemblo con películas de terror, quizá con alguna, pero son otros motivos los que logran inquietarme de manera plausible ¿O no les da más miedo enfrentarse al tocho existencialista El ser y la nada que a cualquier cuento de S. King? Pues a eso voy, y durante esta semana me pienso estrujar la sesera para exponer los motivos por los que films aparentemente inocuos (no todos, claro) me hicieron, literalmente, temblar. Y qué mejor título para empezar que uno de esos "caramelos envenenados", mordaces, poliédricos y dotados de un humor con bastante mala uva. Hoy, antes de largarme a la sierra, permítanme que les deje con una de esas películas que han hecho grande esto del cine; más que nada porque siempre echo mano de ella para cualquier contratiempo. A veces surge la pregunta molesta, inquietante "¿Cuál es la mejor película de la historia del cine?"... No, no se puede contestar a eso, no se debe, es inmoral; además, no creo que THE QUIET MAN sea "La mejor...", no hace falta, da igual. THE QUIET MAN es, simplemente, un manual, al servicio de quien pretenda dedicarse a ser director, sobre cómo hacer una obra maestra absoluta. Lo malo es que por cientos de veces que se vea siempre hay algo que se escapa a la comprensión humana, debe ser magia, pero John Ford era un irlandés borrachín y bromista...; bueno, era alcohólico y bastante cabrón... Lo que quiero decir es que ésta es la historia de un pueblecito irlandés y de un hombre que vuelve de América para establecerse en ese idílico paraje, pero topa con un tozudo rival que le pondrá las cosas difíciles; mientras tanto, se enamorará de una pastorcita de roja cabellera, que es al mismo tiempo indomable y sumisa. Sencillo, se ha hecho cientos de veces, pero John Wayne baja del tren y uno siempre espera a ver cómo se las ingenia el viejo maestro para arrancar el motor; y la escena inicial es vaselina auténtica, todo el film se desliza y encaja con perfección irrebatible. Encima, asistimos a una pelea filmada donde hay más elementos de comedia que de violencia y que termina siendo una secuencia de varios minutos. Hasta las escenas supuestamente románticas nos arrancan sonrisas, nunca ha sido Wayne tan tierno, ni tan patoso, ni tan determinado, pero ¿quién no caería rendido ante Maureen O'Hara? Sólo échenle un vistazo a la foto que ilustra esta reseña. Para rematar, en Innisfreee se bebe por los codos, es decir, que se bebe más que se habla, y se habla muchísimo, hasta Wayne es incapaz de mantener su seriedad ¿Hablamos entonces de una comedia?, no ¿De un western?, no, es en Irlanda ¿De un melodrama?... ¿melodrama?... Entonces ¿pertenece THE QUIET MAN a algún género? Francamente, ni lo sé ni me importa; puede que en este caso sean los géneros los que hayan caído rendidos ante la potencia narrativa de un genio, quizá el más grande genio del séptimo arte.
Hoy, antes de largarme a la sierra, permítanme que les deje con una de esas películas que han hecho grande esto del cine; más que nada porque siempre echo mano de ella para cualquier contratiempo. A veces surge la pregunta molesta, inquietante "¿Cuál es la mejor película de la historia del cine?"... No, no se puede contestar a eso, no se debe, es inmoral; además, no creo que THE QUIET MAN sea "La mejor...", no hace falta, da igual. THE QUIET MAN es, simplemente, un manual, al servicio de quien pretenda dedicarse a ser director, sobre cómo hacer una obra maestra absoluta. Lo malo es que por cientos de veces que se vea siempre hay algo que se escapa a la comprensión humana, debe ser magia, pero John Ford era un irlandés borrachín y bromista...; bueno, era alcohólico y bastante cabrón... Lo que quiero decir es que ésta es la historia de un pueblecito irlandés y de un hombre que vuelve de América para establecerse en ese idílico paraje, pero topa con un tozudo rival que le pondrá las cosas difíciles; mientras tanto, se enamorará de una pastorcita de roja cabellera, que es al mismo tiempo indomable y sumisa. Sencillo, se ha hecho cientos de veces, pero John Wayne baja del tren y uno siempre espera a ver cómo se las ingenia el viejo maestro para arrancar el motor; y la escena inicial es vaselina auténtica, todo el film se desliza y encaja con perfección irrebatible. Encima, asistimos a una pelea filmada donde hay más elementos de comedia que de violencia y que termina siendo una secuencia de varios minutos. Hasta las escenas supuestamente románticas nos arrancan sonrisas, nunca ha sido Wayne tan tierno, ni tan patoso, ni tan determinado, pero ¿quién no caería rendido ante Maureen O'Hara? Sólo échenle un vistazo a la foto que ilustra esta reseña. Para rematar, en Innisfreee se bebe por los codos, es decir, que se bebe más que se habla, y se habla muchísimo, hasta Wayne es incapaz de mantener su seriedad ¿Hablamos entonces de una comedia?, no ¿De un western?, no, es en Irlanda ¿De un melodrama?... ¿melodrama?... Entonces ¿pertenece THE QUIET MAN a algún género? Francamente, ni lo sé ni me importa; puede que en este caso sean los géneros los que hayan caído rendidos ante la potencia narrativa de un genio, quizá el más grande genio del séptimo arte. Pues sí, señores, ayer fui a ver TETRO. No se equivoquen, TETRO no es de Coppola. TETRO es un monstruo de siete mil cabezas que gustará a unos y disgustará a otros. No busquen algo de Corleone o Kurtz, ni siquiera de Peggy Sue o Tucker... No, no hay rastro del Coppola que encandiló con su DRACULA o del que se arruinó con CORAZONADA. Pero entonces, se preguntarán ustedes, ¿qué carajo es TETRO? Bien, como buen film de personalidad múltiple, el magnífico arranque lo podría haber filmado Godard, o Garrel, o van Sant, o Kore-eda, o Ferrara... y luego la cosa va desembocando en una ligereza dramática que roza a Risi, McKendrick, Mikhalkov o (y esto es importante) Almodóvar, del que F.F. reniega casi obsesivamente y del que coge no pocos elementos para esta deslavazada histori(eta)a que pretende contar "una grande cosa" con humildad, paciencia e imaginación, y que termina con la inquietante sensación de que la telenovela sólo la elevó a la categoría de arte don Douglas Sirk. ¡Sirk!... ¡De Sirk a Coppola! El problema está en que esta historia, una vez vista, no le interesa a nadie, excepción hecha del propio Coppola; y se nota en el trazo grueso empleado con, por ejemplo, lo de que el padre sea director de orquesta. Es obvio ¿no? Los personajes están dibujados caprichosamente; Tetro es un tipo arruinado mentalmente en La Colifata (sí, la de la radio de Aquarius) y luego rehace su vida junto a la Verdú, que le animaba en su retiro... El hermano pasaba "casualmente" por Argentina en un barco que se estropea, qué casualidad, así que va a ver a su hermano, al que no ve desde hacía una enormidad. Y así, entre manuscritos que son geniales pero que Tetro no quiere que nadie vea, sesiones de cabaret de una cutrez sonrojante, confesiones a medio camino entre CELEBRACIÓN de Vinterberg y Pasión de Gavilanes ¿? o flashbacks en color (la peli es en B&W), llega el espectador medio exhausto, medio confundido, medio mirando de reojo a los otros valientes que han ido a las seis de la tarde a gastarse cinco euros, llegamos, como decía, a un final de traca que ha borrado de un plumazo toda la potencia dramática del principio y donde uno nunca hubiese querido ver a Carmen Maura, porque si Coppola quería humillar a una actriz pues se coge a otra y ya está.
Pues sí, señores, ayer fui a ver TETRO. No se equivoquen, TETRO no es de Coppola. TETRO es un monstruo de siete mil cabezas que gustará a unos y disgustará a otros. No busquen algo de Corleone o Kurtz, ni siquiera de Peggy Sue o Tucker... No, no hay rastro del Coppola que encandiló con su DRACULA o del que se arruinó con CORAZONADA. Pero entonces, se preguntarán ustedes, ¿qué carajo es TETRO? Bien, como buen film de personalidad múltiple, el magnífico arranque lo podría haber filmado Godard, o Garrel, o van Sant, o Kore-eda, o Ferrara... y luego la cosa va desembocando en una ligereza dramática que roza a Risi, McKendrick, Mikhalkov o (y esto es importante) Almodóvar, del que F.F. reniega casi obsesivamente y del que coge no pocos elementos para esta deslavazada histori(eta)a que pretende contar "una grande cosa" con humildad, paciencia e imaginación, y que termina con la inquietante sensación de que la telenovela sólo la elevó a la categoría de arte don Douglas Sirk. ¡Sirk!... ¡De Sirk a Coppola! El problema está en que esta historia, una vez vista, no le interesa a nadie, excepción hecha del propio Coppola; y se nota en el trazo grueso empleado con, por ejemplo, lo de que el padre sea director de orquesta. Es obvio ¿no? Los personajes están dibujados caprichosamente; Tetro es un tipo arruinado mentalmente en La Colifata (sí, la de la radio de Aquarius) y luego rehace su vida junto a la Verdú, que le animaba en su retiro... El hermano pasaba "casualmente" por Argentina en un barco que se estropea, qué casualidad, así que va a ver a su hermano, al que no ve desde hacía una enormidad. Y así, entre manuscritos que son geniales pero que Tetro no quiere que nadie vea, sesiones de cabaret de una cutrez sonrojante, confesiones a medio camino entre CELEBRACIÓN de Vinterberg y Pasión de Gavilanes ¿? o flashbacks en color (la peli es en B&W), llega el espectador medio exhausto, medio confundido, medio mirando de reojo a los otros valientes que han ido a las seis de la tarde a gastarse cinco euros, llegamos, como decía, a un final de traca que ha borrado de un plumazo toda la potencia dramática del principio y donde uno nunca hubiese querido ver a Carmen Maura, porque si Coppola quería humillar a una actriz pues se coge a otra y ya está. Vamos con otra excentricidad, que para eso nos ponemos a escribir cuando más calor hace.
Vamos con otra excentricidad, que para eso nos ponemos a escribir cuando más calor hace.


 Confieso que SUNSHINE me pasó totalmente desapercibida en su momento (escasos dos años); lo cierto es que Danny Boyle lo tengo enfilado desde lo de THE BEACH, lo que vino luego y, ya para rematar, lo de los oscar. No la había visto y luego la rescaté por cosas que había leído en los blogs. La conclusión es la siguiente: Yo no compararía la ciencia ficción según Boyle con el espectáculo ruidoso de Hollywood, pero muchas cosas nos lo recuerda. Tampoco me iría de la olla y mencionaría a Tarkovski, que no, que no... Entonces, muchas dudas se esclarecen por sí solas. SUNSHINE pasó desapercibida porque era incapaz de contentar a unos y a otros; es un cine de entretenimiento que juega a ser inteligente y hasta esteticista y no una obra de arte para todos los públicos. La idea inicial, tan trillada como "Salvemos el mundo", está bien planteada y resuelta mientras la cosa está templada (nunca mejor dicho), pero llega un momento en el que el guionista debe dar un golpe de timón y hacer creíble y digerible una tontería como un hipotético viaje al sol. Encima, Boyle no puede evitarlo, corríjanme si no: El Sol se apaga y La Tierra se muere, la única opción consiste en enviar una tripulación al astro rey y soltar allí una bomba que lo reactive, o más o menos; la cosa es que de entre siete mil millones de personas no había otros que fueran más pazguatos (se equivocan constantemente), engreídos, violentos (¡Se acaba el mundo y se pelean como colegiales!) y terriblemente imprudentes. Que sí, que si no es así no hay intriga que valga, pero mi única duda tras su visionado fue: ¿Pero realmente hay que seguir gastando el dinero en estas cosas?
Confieso que SUNSHINE me pasó totalmente desapercibida en su momento (escasos dos años); lo cierto es que Danny Boyle lo tengo enfilado desde lo de THE BEACH, lo que vino luego y, ya para rematar, lo de los oscar. No la había visto y luego la rescaté por cosas que había leído en los blogs. La conclusión es la siguiente: Yo no compararía la ciencia ficción según Boyle con el espectáculo ruidoso de Hollywood, pero muchas cosas nos lo recuerda. Tampoco me iría de la olla y mencionaría a Tarkovski, que no, que no... Entonces, muchas dudas se esclarecen por sí solas. SUNSHINE pasó desapercibida porque era incapaz de contentar a unos y a otros; es un cine de entretenimiento que juega a ser inteligente y hasta esteticista y no una obra de arte para todos los públicos. La idea inicial, tan trillada como "Salvemos el mundo", está bien planteada y resuelta mientras la cosa está templada (nunca mejor dicho), pero llega un momento en el que el guionista debe dar un golpe de timón y hacer creíble y digerible una tontería como un hipotético viaje al sol. Encima, Boyle no puede evitarlo, corríjanme si no: El Sol se apaga y La Tierra se muere, la única opción consiste en enviar una tripulación al astro rey y soltar allí una bomba que lo reactive, o más o menos; la cosa es que de entre siete mil millones de personas no había otros que fueran más pazguatos (se equivocan constantemente), engreídos, violentos (¡Se acaba el mundo y se pelean como colegiales!) y terriblemente imprudentes. Que sí, que si no es así no hay intriga que valga, pero mi única duda tras su visionado fue: ¿Pero realmente hay que seguir gastando el dinero en estas cosas? Pues sí, también en la excelsa cinematografía francesa hay de vez en cuando alguna que otra cagadita; así que hoy voy a ello y doy fe de que allá, al igual que acá, hay mamarrachos por doquier.
Pues sí, también en la excelsa cinematografía francesa hay de vez en cuando alguna que otra cagadita; así que hoy voy a ello y doy fe de que allá, al igual que acá, hay mamarrachos por doquier.