jueves, 6 de noviembre de 2008

En ningún sitio; el cine

¿Se podría hacer una película que versara sobre el tan manido tema del fútbol sin hablar de fútbol? ¿Alegorizar la soledad del portero ante el penalty en la mítica figura del pistolero de un western en pleno duelo? ¿Minimizar toda una trama hasta llegar al "todo o nada" antes referido?
Los más avezados sabrán de la relación (hasta llegar a o profesional) de Gonzalo Suárez con el mundo balompédico; luego, el curioso devenir de su cine, que empezó, allá por los sesenta, con títulos tan vanguardistas como DOCTOR FAUSTO y AOOM, reverenciadas desde la lejanía de aquel "arte y ensayo". El principal problema con el que Gonzalo Suárez se ha topado luego para desarrollar su particular óptica en unos films cada vez más convencionales ha sido la falta de reciclaje. Por ejemplo en EL PORTERO, donde lo peor es esa pretendida intelectualidad "para todos los públicos" que quiere ser metafórica a porrazos, lo cual es imposible y chirría de principio a fin. Partiendo de un relato del habitualmente más que conservador Manuel Hidalgo (uno de esos tipos que supo estar en el momento adecuado en el sitio adecuado), Suárez nos quiere hacer pasar por un triple salto mortal. Primero, el de un antiguo portero de fútbol que se gana la vida por los pueblos del norte retando a los lugareños a que le marquen un penalty. Después, el enésimo vistazo sin mucho ahondar en la guerra civil y sus consecuencias. Por último, el estrafalario personaje "a lo Gary Cooper" que compone el excesivo Carmelo Gómez (¿por dónde andará?), con el que guionista y director nos quieren hacer creer, mezclándolo todo, que un tipo puede salvar su dignidad, y de paso la de los vencidos en la guerra, parándole un penalty a un guardia civil que previamente ha perseguido y matado a un maqui; todo ello en el idílico (e improbable) marco de las playas cantábricas. Es decir: lo mismo de siempre con otro vestido. Una película de las que no merecerían ser comentadas por una sencilla razón: no transmiten nada al espectador.
Saludos desde los once metros.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!