viernes, 28 de noviembre de 2008

El triunfo de la voluntad

Periódicamente, solazo mi natural revisionista embarcando mi maltratado magín alrededor de aquellos pretéritos "movimientos" adscritores o adscribientes, sin los cuales el cine ni sería lo que es ni habría sido lo que al final ha resultado ser.
Es entrañable a la par que fundamental toda esa carne de cineclub (de arte y ensayo queda como repipi), que adoraba a los clásicos mientras ligaba (o lo intentaba) escudado tras unas más gruesas gafas de pasta que cuellos altos y/o bufanda a cuadros. De aquel hervidero se sacaron muchas conclusiones, algunas bastante ingenuas, otras que sentaron cátedra. Se hablaba insistentemente sobre un bonito fantasma que jamás existirá, aunque se antoje tan necesario: la mejor película de la historia.
Vittorio de Sica también fracasó en su intento de plasmar la realidad (deberíamos saber a estas alturas que es imposible), pero podríamos afirmar que debe ser uno de los que más se ha acercado. En LADRI DI BICICLETTE, no sólo consigue sacar cine de un actor no profesional y un niño, convirtiéndoles de paso en uno de los tandems interpretativos más sobrecogedores de todos los tiempos, sino que realiza el mismo trabajo a la inversa, es decir: es capaz de hacernos creer durante hora y media que realmente asistimos a las desdichas de un tipo intemporal, el héroe anónimo que basa su existencia en una bicicleta. Porque lo vemos todos los días en la cola del paro, con la santa paciencia de quien ya nada espera. El padre y el hijo, elementos tan sencillos que casi parecen irreales, bellos en su vulgaridad.
¿Qué hay de mayúsculo en esta obra maestra que la hace insuperable en cuanto a vigencia? Supongo que, pese a no tratarse (lo mantengo) de realidad per se, no me gustaría imaginar esa misma realidad sin pequeñas agitaciones a la conciencia, tan selectiva a menudo, como la desesperada obstinación de quien ya no le queda nada que perder, de quien sabe que ya sólo le queda seguir perdiendo.
Sabemos que todo sigue más o menos igual, pero hay que seguir, es necesario.
Saludos injustos.

2 comentarios:

atikus dijo...

El dramatismo y la miseria que se expresan en esta peli son bestiales, sin duda una de mis peliculas favoritas, una maravilla, no se si la proximidad a la Guerra influyo para expresar todas esas sensaciones pero veo difícil hacer hoy una peli así...

Saludos

dvd dijo...

No está mal, no...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!