martes, 25 de noviembre de 2008

Sin duda no lo sabemos

Ponerse aquí, delante de mitómanos hambrientos y desquiciados, a comentar DUCK SOUP en plan: "... y aquella en la que sale Harpo y... o Groucho diciendo: ¿A quién vas a creer...?". Claro, es complicado a estas alturas (parece mentira pero son ya 75 añazos los que han pasado) añadir algún detalle de esta obra maestra de la comedia de todos los tiempos, porque la peña se los sabe de memoria y porque las pelis de los hermanos Marx son eminentemente visuales, contarlas nunca es suficiente.
Leo McCarey, autor de renombre, entre sus obras las dos mejores versiones de TÚ Y YO (LOVE AFFAIR y AN AFFAIR TO REMEMBER), tiró la casa por la ventana en la inclasificable epopeya de Freedonia, un imaginario país donde Rufus T. Firefly nos enseña cómo hay que hacer para reírse de los tontos de una manera muy seria.
En la histeria colectiva, los hermanos son dos espías de Sylvania que terminan por cuestionarse incluso a ellos mismos y quedarse en Freedonia con Firefly diciendo "Si nos encuentran estamos perdidos". Es decir, que el nihilismo más wittgensteiniano es capaz de salir airoso en su peor prueba de fuego: el gran público. Todo el mundo alaba lo que se descojonaron viendo a Groucho cogiendo por enésima vez la mano de Margaret Dumont, mientras ésta pone caras, hasta que le suelta uno de sus inaprensibles chascarrillos, ésta se enfada y se zafa bruscamente. Lo que hace grande a DUCK SOUP (y a las otras, claro) es que un cínico nos parece gracioso, cuando en la vida real le daríamos dos hostias ¿Cuántas veces hemos pretendido tirar de ingenio y hemos fracasado por falta de sutileza? A Groucho no le hace falta; es el rey no sólo de Freedonia, sino del micromundo que sólo existe en las películas de los hermanos Marx. Si en vez de tratarse de comedias, Groucho nos hablara directamente de injusticia social, abuso clasista o inmoralidad disfrazada, entonces ya no nos haría tanta gracia, porque nos estaría señalando directamente a nosotros, los que nos reímos de las desgracias ajenas.
Mientras tanto, Harpo destensa la situación con un nuevo número de arpa y Chico... Siempre me he preguntado qué tenía Chico de gracioso... aparte de la cara, claro.
Y me despido con un saludo, como siempre.

5 comentarios:

Gloria dijo...

Bueno, si piensas que Chico estaba de más, sobre Zeppo ya ni pregunto eh? ;p

Bromas aparte, que gran película, aunque por desgracia creo que Leo McCarey, con todo el renombre que pueda tener, es muy poco conocido, pero aparte de las que mencionas y "las campanas de Santa María", poco más podemos encontrar en DVD, o menos aún esperar ver en nuestras teles.

Yo tuve que esperar mucho -y dar unas cuantas vueltas- para poder ver "Nobleza obliga" (Ruggles of red Gap, 1935) y de "Make Way for Tomorrow " todavía no he tenido el gusto, y mira que tiene pinta de ser un melodramón de los que me gustan.

dvd dijo...

Leo McCarey es uno de los grandes; y dudo bastante sobre cómo habría resultado el mito de los Marx sin él... Ah! Y a mí el que me da escalofríos es Gummo... Parece como si nunca hubiese existido...

Vivian dijo...

Como escribí hace poco en otro blog, a mí las películas de los Marx me provocan reacciones contradictorias dependiendo de mi estado de ánimo, si estoy de buenas me encantan y si no tengo el día tanta verborrea me da dolor de cabeza.
Sobre Leo McCarey, adoro las dos versiones de TU Y YO.

Un saludo

ethan dijo...

McCarey, el director de Going my way... oh no!ya está el estribillo de esa canción "swinging on a star" (maldita sea! ahora la tendré días y días en mi cabeza) "a mule is an animal with long funny ears..."
Os acordais de esa secuencia del robo de una especie de caballo, con Bruce Willis y Dany Aiello? Los tíos para sincronizar los movimientos cantan "swinging on a star"
"...o will you rather be a pig"
saludos

Capri c'est fini dijo...

Bueno, como dejas entrever en la entrada...¿quién puede ponerle un pero a Sopa de ganso (me gusta más el nombre que le pusieron en España)? Pues nadie, porque ya ha pasado tantos años que entra dentro de esa categoría amorfa que son los clásicos. A mí los Marx, me recuerdan a mi infancia y no se bien por qué... Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!