miércoles, 7 de julio de 2021

Películas para desengancharse #86


 

Era inevitable traer a BARTON FINK aquí. Ya me parecía una proeza haberla pospuesto durante tanto tiempo, pero qué mejor retruécano que éste, tratándose de la mejor película acerca de la procrastinación. El equilibrio entre lo que sucede dentro de la cabeza y fuera compone el tema principal de esta película, elaborada como un cuento gótico, pero realizada en clave de cine negro. Y no es ni una cosa ni la otra. Para entendernos, es muchas cosas: una corrosiva crítica a los férreos sistemas de control creativo de Hollywood, pero también a los "creadores pretenciosos", buscadores de una pureza inexistente dentro de los márgenes de la industria del entretenimiento. La excusa es la intensa figura de Fink (John Turturro en su mejor papel), que triunfa en New York con una obra "socialmente comprometida", y que empieza a recibir parabienes con ese único éxito; pero la realidad se impone, y su editor lo envía a Hollywood, para ingresar en la magra nómina de escritores anónimos para ignotos films de serie B. No nos engañemos, porque los Coen no lo hacen. Son los años 40, y la figura del autor total parece más una broma entre snobs descarriados que una realidad. Sin embargo, la historia muta hacia otros territorios, convirtiendo el siniestro hotel donde Fink se aloja en un personaje más, y haciéndonos ya dudar sobre si no será todo lo que estamos viendo una representación idealizada desarrollándose en la maltrecha psique de este escrito "sin ideas", el gran procrastinador, que se va internando en algo más terrible que el fracaso, como parece representar el antológico personaje interpretado por John Goodman. Porque lo peor no es el fracaso, es el olvido...
30 años después, no ha perdido ni un gramo de vigencia.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!