viernes, 20 de marzo de 2020

Veniales



Me estoy dando cuenta de lo mucho que me está ayudando esta reclusión a hacerme con los mandos de esa rara habilidad que considero es "ver series". No soy seriéfilo, y como le comento a un amiga muy especial (ella intenta redimirme como puede), la paciencia me dura lo justo para ver cómo algo empieza y acaba, y no para un "eterno retorno de lo idéntico". Anyway. La cosa es que me he despachado, en mucho menos tiempo del que hubiera creído, la primera temporada de THE SINNER, una serie de USA Network que distribuye (también) Netflix; puede que convencido por sus escuetos ocho episodios autoconclusivos, aunque no menos por la mezcla que contiene y la curiosa manera de desarrollarla. Policíaco, misterio, intriga, thriller. Lynch por un lado, Pizzolatto por otro, y un gusto por retorcer lo simple que es lo que dota de entidad a una serie que podría haber quedado como un fondo de catálogo agradable, pero logra asomar la cabecita justo por su falta de pretensiones. En el haber, dos magníficas interpretaciones a cargo de Jessica Biel y un Bill Pullman literalmente volviendo a CARRETERA PERDIDA, además de los estupendos capítulos firmados por Antonio Campos (SIMON KILLER) y Brad Anderson (EL MAQUINISTA). En el debe, serios problemas de ritmo, con parones y acelerones que parecen más caprichosos que motivados por la búsqueda sensata de un clima que, sin embargo, aparece casi sin buscarlo en secuencias que rozan el delirio onírico.
El título puede llevar a engaño, ya que tratándose de una serie podríamos pensar que asistiremos a un espectáculo de pecado y redención, cuando el pecado alcanza a todos, y muy especialmente a quien ha de erigirse en insospechado salvador.
Podría dar más de sí, pero tampoco se hace pesada.
Saludos.

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No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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