martes, 10 de marzo de 2020

Las piedras contra nosotros



Tuvo que ser un texto de Manuel Rivas, un guion de Rafael Azcona y el empuje de un grupo de incondicionales (especialmente el de Amenábar), el que convenciera a José Luis Cuerda de ponerse tras las cámaras de nuevo, y sobre todo explorar vías de narración alejadas del delirio surrealista. Así nace LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS, una de esas películas que pertenece, por derecho propio, a la memoria sentimental de nuestro cine, y que vista ahora, veinte años después, tiene aún más vigencia si cabe. Por mucho que su visión de la República sea sesgada, o que adopte un ternurismo de manual. Que la comicidad parezca metida con calzador, o algunos personajes queden como decoración. Aun así, hay un mensaje realmente importante tras la película en sí, y que queda plasmado en dos escenas que pasan por ser de lo mejor que ha rodado Cuerda. El discurso de despedida de Don Gregorio, o cómo Fernando Fernán Gómez es capaz de poner rostro a la elocuencia y la dignidad. Pero sobresale (y sorprende) el abrupto y desolador final, durísimo final, pero también necesario final. Un final complicado de asimilar, porque no se nos ha preparado para ello... Aún hay quien piensa que estamos preparados para cualquier cosa... Así nos va.
Hermosísima.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!