viernes, 6 de marzo de 2020

La hora de ellas



Escribo esto apenas a día y medio del "día de la mujer", con todas las connotaciones y contradicciones que esto pueda acarrear. Pero es así, y todo se conjuga en torno al repaso conjunto entre oscars y Goyas que soterradamente he ido introduciendo. Y LITTLE WOMEN, o la puesta al día de la célebre novela de Louisa May Alcott, nos pone de nuevo en la encrucijada que ocupa a gran parte de cineastas actuales: innovar desde el clasicismo o detonar todo rastro de modernidad para volver a conquistarla. Si han leído el libro, les aseguro que el guion de Greta Gerwig no se salta ni una coma; pero de sus imágenes se extrae la cautividad del espíritu original, que es dialécticamente apropiado si se le aceptan las licencias estéticas. Lo que Gerwig ensaya es impostar la voz para declamar pureza, o bajar al sentido lúdico para revelar el mensaje revolucionario de Alcott. Un poco a mitad de todo, LITTLE WOMEN sufre enormemente en la sala de montaje, perdiendo, por ejemplo, la fuerza de algunas secuencias de enorme frescura compositiva. Y, como si no pudiese mantener un solo tono, el montante abusa de su propia desgana, quedando en una curiosidad bien filmada, pero no tan bien ejecutada.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!