sábado, 19 de octubre de 2019

Películas para desengancharse #68



Si hay una película capaz de definir a la perfección las inquietudes artísticas, estéticas y hasta morales de un cineasta, debe ser CASINO, ese inabordable mastodonte, que viene a ser como darse un paseo por el imaginario del de Queens. Son incontables las conexiones que llevan y traen, a lo largo de sus intensas tres horas, esa oleada residual que va desde el nihilismo de TAXI DRIVER al retrato personalizado de TORO SALVAJE; de la inmersión a pulmón abierto en los usos y costumbres de la mafia de UNO DE LOS NUESTROS a la inagotable invención estilística de EL LOBO DE WALL STREET. CASINO es uno de esos films "más allá de su propia circunstancia", un desbordante fresco que a veces parece que le da igual lo que está contando, si es que finalmente le sirve para mantener la tralla a toda mecha. Una película "cocainómana", que es capaz de conjugar la elegancia de un sorbo de champagne con el disparo a la sién de un chupito de bourbon, o que expone el inexpugnable e intrincado mado de forrarse de la mafia tan sólo para diluirlo con unos momentos íntimos de enorme sensibilidad, los que van jalonando la imposible relación de amor y odio entre los personajes magistralmente interpretados por Sharon Stone (su papel cumbre, sin lugar a dudas) y Robert De Niro. No hay mayor simbolismo para describir el alma del film (y del propio Scorsese como cineasta) que la imposibilidad del tipo eficiente, minucioso y sin escrúpulos para comprender cómo una mujer que podría tenerlo todo sólo siente afecto por un insignificante proxeneta. Así que ustedes, aspirantes a dirigir pelis con mafiosos dentro, no olviden que los maestros besan siempre sus balas antes de dispararlas...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!