lunes, 28 de octubre de 2019

La muerte indetectable



JIDAN HE SHITOU (HUEVO Y PIEDRA) fue el debut, en 2012, de la joven directora Ji Huang, que por entonces contaba 28 años, y en el que aborda un tema tremendamente espinoso. Y sorprende la madurez de su mirada, que mezcla lo sutil con lo explícito, para enfrentar la callada tortura de una joven de catorce años que es literalmente vendida a sus tíos para que su familia pueda subsistir. Sin embargo esto no es más que la punta del iceberg. La niña, retraída, solitaria, es mostrada en unos indescifrables rituales, en los que intervienen el huevo y la piedra del título, aparentemente como símbolos de fertilidad y muerte, mientras cada día revisa su ropa interior, siempre limpia, pero no por los motivos que se podrían pensar. Desconozco si la directora narra en primera persona, pero lo que parece un vistazo a la entrada a la edad adulta, en realidad esconde el infierno de los abusos, el posterior embarazo y el silenciado aborto, con la repugnante connivencia de toda la familia, más preocupada de mantener las apariencias. Es en la paciente reproducción de esa muerte en vida, que no logramos detectar, donde este pequeño film crece y supone otro impagable y valiente desmenuzamiento de una sociedad de la que sólo sabemos que no sabemos nada.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!