martes, 5 de septiembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #1



Hace poco menos de un año, nos dejaba Andrzej Wajda, considerado gran maestro del cine polaco y nombre básico que ha persistido a lo largo de más de medio siglo de carrera, redefiniendo el concepto de modernidad en el cine europeo y erigiendo una obra significativamente poderosa, deudora tanto del expresionismo alemán como de los maestros rusos. Se inicia hoy, por tanto, el merecido y anhelado homenaje a uno de esos cineastas imprescindibles en ciclos, cinetecas y cualquier reducto o imaginario cinéfilo que se precie. Y como aquí nos gusta empezar las cosas por el principio, lo hacemos retrotrayéndonos nada menos que a 1950, donde un joven de 24 años filmaba apenas seis minutos de cine sin diálogos, supuestamente adaptando un relato de Antón Chéjov  en el que una encandilada pareja de enamorados ve importunado su idilio por un nada veleidoso infante, que no para de chafarles dichos encuentros. No es, claro, un trabajo representativo del monumental recorrido posterior de Wajda, pero ya en este temprano primer contacto con la realización se vislumbra su inventiva e intención. El corto se cierra con un plano del niño aún espiando a la ímproba pareja a través de una escueta cerradura, y no me resisto a pensar al director/artista como aún joven y lleno de curiosidad, escudriñando aquello que de constante nos es prohibido y que no es otra cosa que el más fiable alimento para la creatividad.
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Te has visto todas las pelis de Wajda?!?!?!?

dvd dijo...

Jajaja... Ahí andamos, de completismo!!!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!