lunes, 4 de septiembre de 2017

Un horror de autor



Es lícito, necesario para el avance de la narrativa cinematográfica, que caminos aparentemente divergentes se encuentren sin ningún tipo de pudor o complejo. El cine de género, lejos del encasillamiento, ha recogido con acierto el mejor espíritu del cine de autor, o independiente, creando artefactos difíciles de catalogar pero que suponen propuestas mucho más sugerentes que las tradicionales. Los festivales se llenan cada temporada con estos sorprendentes títulos, pero sólo una pequeña porción de los mismos deben considerarse como obras verdaderamente mayores. La impudicia, o arrojo primerizo, nos ha dejado películas difíciles de catalogar, impactantes en su vertiginosa indfinición, pero que se quedan en un brillante apunte de una carrera que muy rara vez tiene continuación. Es el caso de THE EYES OF MY MOTHER, reducida pieza de cámara (apenas 75 minutos) que juega a parecerse demasiado a un Pedro Costa o un Béla Tarr, rascando apenas la superficie de estos autores mayores y poniendo en imágenes (bellas imágenes, es cierto) un sórdido relato de horror, alienación y miseria moral, cuando a lo más que consigue emular es a un Alexandre Aja con menos diálogos y más contemplación. El film entero gira en torno a su protagonista (la hipnótica Kika Magalhães), cuyo personaje vemos crecer desde que es niña y su vida da un vuelco al ser testigo del asesinato de su madre, aunque lo que la marca decisivamente es la inesperada reacción del padre tras apresar al asesino, y que será una pauta para su forma de ser hasta que se convierte en adulta. Una historia, en definitiva, que juguetea con ir constantemente al extremo, tensar cada plano hasta lo insoportable y demorar toda información plausible, lo que puede llegar a convertirla incluso en un gran malentendido argumental. Un film curioso, brillante en lo técnico, pero no tan impactante como podría parecer en principio. Su director tiene ya un proyecto algo más ambicioso para el año que viene, esperaremos a entonces.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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