sábado, 30 de mayo de 2015

Cuna sin civilización



A partir de hoy, e impulsados por una misteriosa fuerza (no tanto, pero no la desvelaré aún), iremos intercalando las películas que concurrieron al Festival de Cannes de 1977... Dicho esto, comencemos con IPHIGENIA, de Michael Cacoyannis, una de las dos cintas griegas que participaron en la Sección Oficial de aquel año. Sin olvidar que, por ejemplo, dicho nombre es invocado al principio de la película de Aranda, se trata de una intensísima adaptación de la obra de Eurípides, en la que se narra el fatal destino de Ifigenia, la hija de Agamenón, que es sentenciada a muerte por el simple mandato de un oráculo, que de lo contrario no augura la victoria en la batalla de Troya. La película, algo larga, pesada en su arranque, toma impulso en su último tercio, en el que la interpretación de Irene Papas, en el papel de Clitemnestra, insufla vida a una puesta en escena que, sin ser del todo teatral, sí adolece una rigidez, seguramente por ser excesivamente fiel al texto original. La película llegó a luchar por el oscar de habla no inglesa y fue un pequeño gesto reivindicatorio de una cinematografía, la griega, que apenas era reconocida más allá de ciertos autores independientes; Cacoyannis, que osciló de un continente a otro, del melodrama clásico al teatro aún más clásico, demuestra cómo el texto es capaz de construir el "gran escenario", rebatiendo a los defensores, tan en boga hoy, de la superproducción digital, curiosamente afectada de anemia espiritual en tanto que conceptual.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!