jueves, 21 de mayo de 2015

La mirada agria



ROGOPAG fue una de aquellas colaboraciones entre varios directores tan usuales en los sesenta y los setenta, solo que es complicado aunar el estilo de los cuatro cineastas aquí reunidos y conseguir un tono unificado. Teniendo en cuenta que el título alude a los nombres de dichos directores, el primer segmento lo realizó Roberto Rossellini, pero si lo que se buscaba era una mirada crítica hacia los valores de la sociedad de consumo, "I libatezza" no es el más afortunado. Apenas reconozco al gran creador de imágenes de, por ejemplo, STROMBOLI, y en lugar de ello parece un mínimo remedo de lo peor del cine tardofranquista, con una ridícula trama acerca de una azafata de vuelo y un tipo, bastante repulsivo, que la acosa psicóticamente. Ramplona y aburrida.




Todo lo contrario le ocurre a "Il nuovo mondo", el segmento dirigido por Jean Luc Godard, que, al contrario, usa un trasfondo de falsa ciencia ficción (un invisible fin del mundo), para cuestionar el fin del amor, que hace que dos personas que se amaban terminen por ser prácticamente desconocidos. Puro Godard.




En "La ricotta", Pier Paolo Pasolini imaginó un caótico rodaje, de inmanentes anclajes religiosos, donde la anarquía de los actos sustituye a la rigidez formal buscada por el improvisado director (un desatado Orson Welles), dando como resultado un divertido y dinámico mini-fresco y un canto a las pequeñas libertades frente a las grandes opresiones del hombre común.





Curiosamente, el mejor episodio es el dirigido por el nombre más desconocido, un por entonces joven Ugo Gregoretti que luego ha sido más prolífico en la televisión italiana. "Il pollo ruspante" es una especie de compendio de todo lo visto anteriormente, con un tono menos relamido y una acidez de miras que, precisamente, la emparenta muy de cerca con el Marco Ferreri de EL PISITO. Aventuras y desventuras del hombre moderno, obligado a comprar, consumir compulsivamente, mientras se pregunta por qué extraña razón nunca le alcanzará el dinero para esa parcelita que aún no existe, pero que será un paraíso dentro de treinta años. Magnífico, aunque descorazonador comprobar cómo nada ha cambiado desde entonces...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!