lunes, 31 de marzo de 2014

Un campo de fresas polvoriento



Para cerrar el círculo, ya que estamos abordándolo todo a lo bestia, pues terminemos de una vez con aquello de los Goya con su "gran" triunfadora. VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS es el originalísimo título de la película elegida por la Academia de cine para que todo siga exactamente igual que antes. "No avancemos. Nuestra meta es la recaudación", parecen decirnos cuando se pone en la cúspide (o eso parece) un film que no inventa nada, ni elude algunos de los lugares comunes más sonrojantes del cinematógrafo ibérico; en lugar de ello, coloca la cámara en el sitio donde usted, avezado espectador, quiere mirar. Esto es: un cura pegándole a un niño mientras Javier Cámara (haciendo de Javier Cámara una vez más) enseña inglés con las canciones de los Beatles; una reunión familiar al más puro estilo "Los Alcántara", con sopa de arroz y todo; una muchacha con problemas de embarazo prematuro, ahora que lo del aborto está candente; y cómo no, las generosas tetas de la misma chiquilla, que antes tenía que darnos penica y luego ponernos cachondos. En un momento dado, el improbable trío protagonista asiste al visionado de EL PADRE MANOLO, con Manolo Escobar y Laly Soldevila; varios minutos después, uno se pregunta en qué aspecto intrínsecamente semántico ha avanzado el concepto de dirección desde Ramón Torrado hasta David Trueba, y no me refiero al pulimentado y abrillantado, sino a lo que abría esta reseña ¿En qué nos cambia la Sota, el Caballo y el Rey? Lo digo para que nadie se me enfade si utilizo el término "comedia simpática"; pero si esto es lo mejor que podemos ofrecer...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!