sábado, 8 de junio de 2013

Saber y ganar



Desde siempre me han atraído esos cúmulos de extrañeza que son los concursos televisivos de preguntas; los buenos porque uno no puede dejar de preguntarse qué clase de bichos raros puebla cada rincón de este país, locomotoras pensantes que asisten impertérritos al bombardeo dialéctico que terminará por coronarlos como sabios oficiales. Los malos porque son exactamente todo lo contrario, y uno se pregunta otra cosa: ¿Es que acaso los eligen por imbéciles? Como curioso es también preguntarse por qué los premios son inversamente proporcionales al grado de dificultad impuesto... Aunque lo más inquietante (aparte de la verdadera edad de Jordi Hurtado) es explicar el insano deleite que la turba-muchedumbre (entre la que, por supuesto, me incluyo) encuentra en si el fulano de turno se lleva el primer premio, por no hablar de los exabruptos que se le dedican al pobrecico que no es capaz de superar la primera fase. Robert Redford realizó hace unos veinte años el que sigue suiendo el mejor acercamiento a este tipo de concursos, un demoníaco entramado que se tituló QUIZ SHOW y que hablaba de muchas cosas y a las que uno debe estar muy atento si no quiere perderse en la superficie de un film que, efectivamente, va mucho más allá en sus pretensiones. Hablamos de un caso real, el de un popular concurso en el que se destapó que su máxima estrella, que respondía preguntas a todo trapo, en realidad no era más que un títere al que daban las respuestas a priori. Ralph Fiennes encarna con acierto a este distinguido profesor universitario, un intelectual que se ve cegado por los focos de la fama y que perderá  su posición social por no negarse a un amaño que incluso podría no haber sido necesario. En el otro extremo, John Turturro compone un excesivo e inolvidable personaje, el del concursante saliente, de extracción humilde y modales poco refinados, que llega a creerse incluso su derecho a disponer de esas respuestas y que, descontento con la solución económica que se le ofrece, optará por tirar de la manta, lo que tendrá un efecto dominó de terribles consecuencias. Al mismo tiempo aguijón de conciencias y espectacular retrato de un tiempo (los años cincuenta) en el que la ingenuidad supuso un negocio en sí mismo, QUIZ SHOW, su director, no puede evitar caer presa de un inusitado ataque de modestia, y uno se queda con la sensación de que, de arañar más, podía haber sido mucho más tremebunda y reveladora.
Saludos cuestionados.

2 comentarios:

Kinezoe dijo...

Interesante propuesta, no solo en temática sino también en intérpretes. Creo que fue ver a Turturro y su característico gesto lo que acabó de convencerme.

Saludos.

dvd dijo...

Turturro hace una interpretación magnífica, rozando el patetismo; es el opuesto absoluto de Fiennes, y sin embargo ambos terminan cometiendo el mismo error.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!