viernes, 22 de febrero de 2013

In my city...



A cada paso dado, Alberto Rodríguez no sólo va afianzando su cine, su manera de entender el cine de género haciéndolo pasar por otra cosa mucho más sutil, sino que está logrando lo que nadie ensayó antes de una manera concreta: mostrar los modos de una cultura y un lugar sin omitirle los puntos negros y las turbiedades, pero también poniendo sobre la mesa los datos posibles de por qué debemos estar atentos a los comportamientos y no censurarlos, cuando no despreciarlos miserablemente. Lo primero que debo decir tras ver una estupenda película como GRUPO 7 es que se olviden de los carteles publicitarios. Esto no es "Brigada Central". Esto no es televisión. Esto es cine, y cine no es sólo proyectar en una pantalla grande (y cada vez menos), sino dotar(se) de todo lo necesario para, una vez comprimido, lo visto perdure. Es ésta una película de un tipo avispado, despierto en su propio tiempo, y por eso, aunque se desarrolle en el aparentemente intrascendente período que iría desde 1987 hasta 1992, el diálogo establecido con la miseria generalizada que ahora sufrimos cobra una relevancia que, de momento, ningún título "contemporáneo" ha conseguido armar. Mucho se ha hablado de la esplendorosa Sevilla de la Expo, de lo mucho que cambió la ciudad, de lo que adelantamos en el albor del Siglo XXI. De lo que nadie hablaba era de la basura de los barrios marginales, del Vacie, de Los Pajaritos (donde está el corazón motor del film), las Tres Mil Viviendas, Torreblanca... El rosario inacabable de la droga, el paro y la delincuencia con los que había que acabar en tiempo récord... antes de la Expo. Este Grupo 7 pasa de actuar al lado de la ley a hacerlo al margen, porque es más rápido y más eficaz; mientras no se sabe todo son parabienes, pero cuando la prensa lo destapa todo se desmorona. El Grupo 7 es el encargado de barrer la droga del centro de Sevilla, pero cuando quieren ir al meollo son reprobados por su superior; la periferia no interesa, sólo que el centro esté limpito antes del "gran evento". Y esa es la gran baza del film, una denuncia un poco tardía pero necesaria y que estoy seguro va a remover bastantes conciencias. Pero no me gustaría acabar sin resaltar lo que ya empieza a ser una constante en el cine de Rodríguez, su excelente dirección de actores. Todos están cojonudos, metidos en su papel y sin un solo gesto a la galería; magníficos Joaquín Núñez, Alfonso Sánchez y Estefanía de los Santos, comiéndose la pantalla; muy correcto Mario Casas, cogiéndole el pulso a su personaje y sacándolo de todas las tentaciones de encasillamiento. Y luego dos interpretaciones sublimes, superlativas: Julián Villagrán componiendo un personaje tan enternecedor como repugnante (y eso es muy difícil), pero sobre todo Antonio de la Torre, por enésima vez dando una lección de cómo se le da intensidad a un personaje sin estridencias ni histrionismo. Simplemente sublime.
¿Que si me la esperaba peor? Desde luego, mucho peor, por eso no deben hacerle caso a los carteles promocionales...
Siete saludos.

4 comentarios:

Cinemagnific dijo...

La tengo que ver, porque me gusta mucho el director y porque siempre me pareció una promesa a tener en cuenta y porque no paran de recomendármela. A ver si me pongo a ello.

Mister Lombreeze dijo...

Ya te dije que era muy buena. Ésta sí es española, ¿no?.

dvd dijo...

Sí. Y si nos ponemos estupendos, es española y sevillana... Toma ya...

Sandra Sánchez dijo...

Me gustó esta peli, es interesante y sí española. Aquí se hace tan buen o mal cine como en cualquier otro sitio, lo que pasa que del resto del mundo no nos llega todo.
No me gusta cómo lo hace Mario Casas, lo siento por él pero no me convence, no así el resto del grupo,pero bueno se le agradece el intento.
Es interesante la evolución de los personajes de Antonio de la Torre y Mario Casas, es como si cada uno traspasara al otro lo mejor y peor de sí mimos.
Buena peli.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!