sábado, 31 de diciembre de 2011

La cima



No se me ocurre un título mejor que FANNY OCH ALEXANDER para clausurar este año que para El Indéfilo ha sido intenso a más no poder. El final del año, el comienzo de otro; las convenciones familiares, los susurros esquinados, las buenas intenciones ahogadas por los gritos de autoridad. La represión, la infelicidad, el asesinato de la inocencia. Hombres y mujeres reunidos, débiles y fieros, con carne ante ellos; ellos son carne, ojos que buscan otros ojos, manos que tocan el desamparo. Fin de año; fin de fiesta. Bergman entendía que sólo puede buscarse la verdad mostrando la mentira, los mentirosos, los que se escudan en sus propios rituales para encontrar un sentido apacible a su insoportable naturaleza. Bergman es Alexander, el niño observador, rebelde, verdadero; Alexander ve cómo se suceden los acontecimientos, cómo se despliega el gran espectáculo humano, primero en las interminables cenas familiares, luego en la representación de marionetas. Y conoce la supresión de lo que conformaba hasta entonces su mundo, lo que hace que valore positivamente lo que antes le resultaba insoportable; enfrenta lo relativo, lo imperfecto. Suecia como lugar mítico enclavado en el final de una época, como pequeño marco de las grandes tragedias humanas. Personajes que van y vienen, que ocultan secretos tras las puertas, que desvelan sus deseos y flaquezas y obran minúsculos milagros cotidianos. Enfermedad, muerte, decadencia y alegría y goce de los sentidos; automatismos y titubeos, luz y oscuridad y chistes privados y moralinas sustitutivas. La gente ya existía antes que nosotros en todas partes, y estaban vivos, vivían con sangre por sus venas y organizaban reuniones familiares para no tener que reconocer que iban a salir del mundo de la misma forma que ingresaron en él. Y Bergman pone la cámara justo ahí, en el caudal de la incertidumbre humana, y ajusta la luz de gas para obtener infinitas tonalidades, para mostrar sólo lo justo u obligarnos a cerrar los ojos ante tanta claridad.
Se cumplen treinta años de esta obra maestra absoluta y no se me ocurría una fecha mejor que ésta, la última, para traerla, cabecera incluida, y volver a recomendarla; no se puede entender el cine del siglo XX si no se ha visto con el respeto que merece. Sean felices.

6 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

¡supongo que ya era hora de que llegara! aunque oh pobre de mí no la he visto aún.

Mira, un propósito de año nuevo

dvd dijo...

Eso hay que subsanarlo cuanto antes, hombre...

Cinemagnific dijo...

Peliculón, y sí, ideal para esta fecha XD Feliz año!!!!!!!!

BUENOS PROPÓSITOS dijo...

Deberías ganar ese premio (no te voto porque todo lo que voto no gana). Tus comentarios van más allá de la crítica cinematográfica, la subjetividad, la riqueza lingÚístiva, el conocimiento y la profundidad lo acercan a la Literatura, las películas con pretextos para que se proyecte un yo creativo sensible, original y actual. No sé si existe el género literio del comentario. Te felicito, y buen año también para ti.

Ah! y Rajoy te tenía que dar el Ministerio de Productividad.

dvd dijo...

Gracias a todos, de verdad. Sin querer pecar de falsa modestia, yo digo siempre lo mismo desde aquel partido de fútbol en el que a cuatro majarones se nos pasó por la cabeza lo de escribir un blog de cine y música, que esto no es más que fruto del aburrimiento de nuestras vidas "hamburguesadas" y del hastío de la repetición. Debería decirte que de Rajoy no aceptaría nada, pero si debo seguir en la línea anterior, lo cierto y verdad es que la cosa está muy mala, y un sueldo en condiciones sería un regalo de Reyes de los de verdad, no para mí sino para mi hija... Que seáis muy felices...

David Cotos dijo...

Obra maestra del genial Bergman. Nos mantiene de principio a fin en busca de conocer, entender y ponernos en la piel de lo que pasa con Alexander. Es una película que todo cinefilo debe ver.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!