lunes, 19 de diciembre de 2011
Como una herida abierta
El comienzo de LOVE EXPOSURE es prometedor, lo reconozco. Sion Sono despoja de artificios la imagen y muestra a un insólito sacerdote cristiano japonés hablando con su hijo. Sobrevuela Bergman, Eustache... el cine de la palabra, que no necesita explotar cohetes para deslumbrar. Me cercioro, sin embargo: 237 minutos... ¡237 minutos!... El problema no es la duración, no me cansa un metraje determinado, sino cómo se va a mantener el nivel, de qué forma LOVE EXPOSURE va a ser capaz de responder a lo que tantísima gente ha dicho sobre ella. Pasan los minutos. Nada. Lo que estoy viendo ya lo he visto muchas veces; ya no hay palabra, sólo imagen; y la imagen queda suspendida un segundo y medio, justo para provocar que el espectador retenga esa imagen y la abduzca en función de su propio disco duro. De nuevo el manga, y a quien le apasione pues está claro que lo pasará muy bien con esta barrabasada, pero a mí me produce un sopor muy profundo ver a un alfeñique con flequillo gesticulando mientras le hace fotos por debajo de las faldas a ingenuas marineritas. Igual de cansino es que otra marinerita coja una katana y saje safenas y yugularescomo pidiendo perdón... Y detrás de todo ello, no sé si por venganza personal o qué, cruces y motivos cristianos, solo que sacados por completo de contexto ¿A qué se refiere? En realidad ¿de qué diablos va LOVE EXPOSURE? ¿No podía haber hecho una miniserie y vendérsela a la HBO? Ustedes hagan lo que quieran, pero son cuatro horas de chavalería desbocada por el camino de sus hormonas, como Verano Azul pero con katanas... Que dios les coja confesaos...
Saludos expositores.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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