sábado, 17 de diciembre de 2011
Sin tesis no hay paraíso
Enfádense. Indígnense. Pataleen. Sean incorrectos... Lo que sea, pero, por favor, no se repitan. Y saquen de contexto a Bava y a Argento, a ver si sigue siendo tan consistente su entramado visual, su iconosofía perpetrante. AMER lo ha hecho, ha obrado el milagro (o la herejía, pensarán algunos). AMER no está rodada en los sesenta ni en los setenta, ni siquiera en los diabólicos ochenta, sino en 2009; y como no puede ofrecer un tributo digno a sus maestros, prefiere despeñarse por lo desconocido, prescindir de todo argumento e indagar en los porqués del desasosiego visual del giallo, no como vehículo para estructurar cierto terror, sino para algo mucho más inteligente: activar resortes ocultos en nuestro subconsciente. Un asesinato puede no ser sólo un asesinato, ni un asesino, ni una víctima; a lo mejor puede ser una crítica hacia la represión sexual, o un alegato contra la alienación. En este sentido, los jóvenes Cattet y Forzani emprenden su particular salto al vacío en tres partes bien diferenciadas. La primera es un un delirio visual claustrofóbicamente situado en una extraña casa, donde una niña espía los juegos amorosos de sus despóticos padres mientras huye, de habitación en habitación, de una anciana (o eso suponemos) que la persigue sin que sepamos bien los motivos; casi una pesadilla a tiempo real (si es que es posible tal cosa). El segundo segmento nos presenta a la niña adolescente, en plena explosión sexual y en un marco muy diferente: un típico pueblo mediterráneo, circundado por carreteras sinuosas y acantilados sobre un mar de azul intensísimo. Aquí la película satura las imágenes de un brillo extra y muestra la indefensión de la chica ante las embrutecidas miradas de los hombres; otro tipo de pesadilla que dará paso al último "capítulo". Aquí, el homenaje a Argento parece aún más explícito, puesto que se hace patente la figura amenazante del asesino, que perseguirá a la ya mujer, que vuelve al caserón familiar. Envuelta en azules anochecidos, esta conclusión se bifurca en el giallo propiamente dicho y en su equivalente psicológico, posiblemente la desfloración (la navaja/pene omnipresente) y el miedo al sexo concebido como acto brutal, que concluirá con una serie de malentendidos. AMER no es una película muda, pero nadie habla, ni su método narrativo usa la expresión hablada; hay, eso sí, ojos nerviosos filmados en primerísimo plano, bocas, cabellos sueltos flotando, venas destacándose... Un cine de lo físico que apunta a lo psicológico; Bava y (sobre todo) Argento, por supuesto, pero con la plena consciencia de que ese cine, muerto y enterrado desde hace tiempo, sólo puede ser concebido hoy día desde el guiño herético de una tesis sin lamentos. Véanla si pueden.
Saludos inquietantes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Pues no la he visto esta, pero suscribo todo sobre "Saló". Para mi es una obra maestra y que siga provocando repulsión hoy en día lo dice todo.
Es una curiosidad de estética refinada, aunque un poco cansina de ver porque es que no cuenta casi nada concreto, pero tiene su punto...
Publicar un comentario