lunes, 6 de junio de 2011

El fracaso en ángulo muerto



Primero tengo la obligación de aclarar que debo posponer el monográfico "Alumnos y maestros" hasta el viernes, y completar así la secuencia lógica de una semana que me había marcado inicialmente; muchas veces he dejado claro que en este blog se escribe en directo, lo que añade "tensión dramática" y despoja de monotonía a esta experiencia que considero puramente interactiva, pero también conlleva el problema de no poder actualizar cuando se quiere, como ha sido el caso de este fin de semana, que he pasado relajando y engrasando.
Hecha la aclaración, hablaré hoy de la ópera prima de José María de Orbe, perteneciente a esa controvertida y heterogénea horda de diletantes, dispuestos desde hace ya un tiempo a subvertir, agitar o simplemente despertar al adormecido público español, aunque, curiosamente, una vez más ha sido fuera de nuestras fronteras donde se han dado cuenta de que otro cine ibérico (perdón por el término, no lo usaré más) es y será posible siempre y cuando se le permita respirar. LA LÍNEA RECTA es (me ciño a su enigmático título) el trayecto de una joven, Noelia, que trabaja por las noches en una gasolinera y de día reparte publicidad; Noelia vive en una habitación alquilada y no suele salir, pero cuando lo hace se limita a quedarse en una esquina, fumando y bebiendo. Hay muy poco más que de Orbe nos muestre, apenas un par de personajes que chocan contra el constante hieratismo de Noelia, que asimismo choca contra el hieratismo del día a día de la ciudad (¿hay algo más humillante que buzonear? ¿que no te abran un mísero portal?). Ahora es el turno de los grandes analistas, los humanistas por decreto; para mí sabelotodos de salón: intentar comparar algo como LA LÍNEA RECTA con, no sé... QUÉ VERDE ERA MI VALLE... o EL TERCER HOMBRE... es como comparar a Proust con Juan José Millás, el cuál, por cierto, tiene más aceptación que el primero entre los críticos de cine "serios" de este país. Si yo digo aquí que LA LÍNEA RECTA es una obra maestra del séptimo arte me lloverían palos y piedras, pero peor es que no podría perdonármelo, porque en realidad no me parece eso, sino una especie de ensayo ficcionado acerca del hartazgo y claudicación, no de una sola persona, sino de un montante de generaciones, que podría abarcar a todos los nacidos desde finales de los sesenta; esos "invisibles", sometidos cada día al imperio de "lo visible", del éxito y la limpia competencia por un lugar en el Olimpo que me da la impresión de que siempre ha estado vacío. Así, LA LÍNEA RECTA no es, ni mucho menos, un entretenimiento, ni siquiera conjuga algún tipo de experimento formal, como ocurre en el cine de Jaime Rosales (inevitable la comparación), la película de de Orbe, sin perder nunca cierta intencionalidad, molesta sobre todo porque devuelve el reflejo, un reflejo que curiosamente apenas aparece en unos medios de comunicación que sí realizan diaria e impunemente un vomitivo ejercicio de autismo que a veces recuerda a aquel nunca del todo desterrado No-Do.
LA LÍNEA RECTA les incomodará, les exasperará y les despertará las ganas de dejar una película a la mitad; aunque sólo sea por eso, véanla.
Saludos enfilados.

2 comentarios:

xalons dijo...

Una película más que interesante que vi en pantalla grande y luego revisité en DVD. El público adormecido no creo que sea solamente el español sino el público en general.

A mí ni me incomodó ni me exasperó ni, por supuesto, me dieron ganas de dejarla a la mitad. Me parece una historia por desgracia más que realista, y un reflejo de un cine diferente y al que algunos reivindicamos. Lástima que películas así pasen un poco invisibles por las pantallas. Me alegro de que te atrevas a recomendarla, ¡a ver si alguien más se anima!

Cinemagnific dijo...

Pues a verla.

PD: Odio a Millás. Me parece hasta mal escritor en la ficción XD

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!