martes, 7 de junio de 2011

La luna de día



Un chaval con cara de no dormir bien llama a urgencias, su madre yace inerte en el sofá tras una sobredosis; mientras los médicos intentan reanimarla, el chaval, sin cambiar el gesto (ya no lo cambiará en todo el film), pasea su mirada de la terrible escena a un concurso de preguntas y respuestas que estaba viendo como si tal cosa en la tele. Ya en casa de su abuela, sus tíos se gritan constantemente, se revuelcan por el sofá, se empujan y se desafían, mientras la matriarca los trata a todos con dulzura y comprensión. Casi de inmediato, aunque no hayamos leído la sinopsis, comprendemos que algo no va bien, una especie de disfuncionalidad crónica que va a dar con todo al traste, aunque en ANIMAL KINGDOM todos los personajes se esfuerzan por demostrar que lo tienen todo controlado. La "familia", en este caso, está compuesta por atracadores de bancos y traficantes de droga, y el debutante David Michôd consigue algo nada desdeñable, mantener cohesionado un relato que parece autodestruirse a cada instante. A fuerza de ser creíble, los títulos clásicos nos bombardean y es entonces cuando debemos elegir, porque esto no es UNO DE LOS NUESTROS ni RESERVOIR DOGS; aunque Michôd haga suyas la contundencia de Scorsese y la osadía de Tarantino sin salir mal parado, la verdad es que falta ese intangible, ese destello de talento que haga que sus rotundas imágenes perduren en nuestro imaginario. Con algunos fallos de casting, y el habitual problema de los personajes que desaparecen de la trama sin previo aviso, ANIMAL KINGDOM extrae sus mejores momentos del elemento sorpresa, como el inesperado trato que resulta de una policía corrupta que no deja de ser la misma que está intentando dar caza a esta letal y escurridiza familia de leones. La selva y sus peligros, un joven cachorro que aprenderá a golpes a qué tipo de familia pertenece, los indómitos leones que no están dispuestos a ser cazados por los acechantes cazadores... y la abuela, a la que no sé ubicar muy bien, casi como una esotérica figura diabólica de faz sonriente. No se arrepentirán si la ven, pero tengan un poco de paciencia con ella, es nueva en esta plaza.
Saludos salvajes.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!