jueves, 30 de junio de 2011

Una pesadilla en directo



El caso de Herk Harvey es único en el cine norteamericano, yo lo compararía con el de Jesús Franco en nuestro país... Con una importante salvedad: mientras el madrileño lleva alrededor de 200 películas rodadas en más de cincuenta años, el de Colorado sólo nos dejó una película, convertida, sin embargo en una joya de culto de las que ya no se hacen aunque se quiera. CARNIVAL OF SOULS emparenta a ambos nombres por su disposición al riesgo y su constante inventiva, descuidando aspectos técnicos en pos de una inmediatez que, en este caso, oculta un minucioso trabajo artesanal de elaboración. Harvey imaginó una escalofriante historia en la que una joven, en la mejor escena del film, sufre un accidente de coche del que sale milagrosamente viva; a partir de ahí, su semblante se irá tornando más melancólico y cohibido, por lo que buscará acomodo, en un extraño y súbito impulso, en otra ciudad para tocar el órgano en una iglesia. Allí, además de las impertinencias de su insistente compañero de pensión, no hay mucho que hacer; pero una especie de circo abandonado la atraerá magnéticamente, pues algo la hace creer que allí hallará la respuesta a las dantescas visiones que la llevan atormentando desde que sufrió el fatídico accidente.
Harvey realiza un trabajo técnico encomiable, absolutamente adelantado a su tiempo y con algunas escenas que ponen los vellos de punta no sólo por su carácter terrorífico, sino por el atrevimiento mostrado para incluso olvidarse de la objetividad del plano filmado y enfrentar a la aterrorizada protagonista cara a cara con la cámara (y así al espectador). CARNIVAL OF SOULS es un pulcro cuento sobrenatural que adelanta descaradamente las claves del género de fantasmas, con el inefable giro final y los juegos de cámara y sonoros habituales hoy día, pero insólitos antes de la década de los sesenta. Vista hoy, no sólo maravilla su contundencia narrativa y los pocos remilgos de su director (que se reservó un papel fundamental, el del "extraño" visitante) para llevar a toda velocidad (menos de 80 minutos), y sin omitir ningún detalle, al asombrado espectador hacia un final tan sorprendente como romántico, lo que convierte a esta producción de casi inexistente presupuesto en uno de esos grandes clásicos cuya gran virtud fue adelantarse varias décadas a todo el mundo.
Saludos en carrusel.

1 comentario:

Mister Lombreeze dijo...

Una película responsable de muchas de mis primeras pesadillas nocturno - cinéfilas. Hoy sigue siendo una de las escasa películas que siguen dándome mucho miedo.
Dos semanitas de vacaciones, 30.000 dólares, 80 minutos, talento y chas!, un lugar en la Historia del Cine. Chupao.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!