viernes, 24 de diciembre de 2010

Vuelve, a casa vuelve...



UN CONTE DE NÖEL, de Arnaud Desplechin, me parece una película magnífica, inteligentísima y muy muy mordaz; y lo mejor de todo es que casi nadie que la ha visto parece haberse enterado de nada, por lo que muchos popes de esto de comentar películas han quedado retratados de manera sumaria. UN CONTE DE NÖEL es un complejo minifresco familiar localizado en unos cuantos días de Navidad y usando las cuitas personales, las que siempre afloran en estas fechas "tan entrañables", para hablarnos de dónde se encuentra realmente la mezquindad humana. Para ello, nada mejor que dibujar un personaje intemporal, sublime, un comodín que es más que un personaje, el del insoportable, ininteligible e irreductible hijo, interpretado por Mathieu Amalric, que es capaz de canalizar esta retorcida epopeya de la sinrazón. Navidad, la familia se reúne en la casa de los padres (estupendos Jean-Paul Roussillon y Catherine Deneuve), pero lejos de la felicidad y los momentos entrañables, una sombra empaña esos días; la madre sufre una extraña enfermedad genética y sólo puede salvarse si se encuentra un donante de médula que sea compatible. Por supuesto, las pruebas han de determinar la fatalidad de que sea el hijo no deseado, más un rival que un hijo, el único donante posible. Hay una escena impresionante entre Amalric y Deneuve donde despliegan todo su desprecio mutuo y dejan claro que jamás podrán reconciliarse, que no hay espacio para el afecto entre ellos, lo que Amalric usa de manera repugnante casi como amenaza "Es irónico que tú desearas mi muerte cuando nací y sólo yo pueda darte la vida ahora", espeta con sus maneras de serpiente. Así, UN CONTE DE NÖEL no para de desvelarnos las situaciones personales de cada personaje, cómo actúan entre ellos, cuáles son sus secretos, de una manera que a todos nos suena porque a todos nos pasa esto; lo divertido del asunto es que no se trata más que del barniz, la capa más externa de un hueso muchísimo más duro de roer. Eso es lo que ha desquiciado a la crítica más solapada y rastrera y les ha impedido notar dónde subyace el verdadero valor de esta obra maestra. UN CONTE DE NÖEL mantiene la cámara en la casa de los Vuillard por una sola razón: da igual. En todas partes, el cuento de Navidad se repite; y no hay nada de especial, pero tampoco nada menos. Si no les gusta la Navidad, si esta noche cenarán solos o aún tienen esa botella de vino acumulando polvo desde el año pasado, pónganse UN CONTE DE NÖEL esta noche y prepárense a degustar 150 minutos de cine en estado puro. Advertidos quedan.
Saludos entrañablemente familiares.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

This is a fucking masterpiece.
Y la selección musical es tan magistral como toda la película.
Qué reparto, qué genialidad.
Imprescindible.

dvd dijo...

Para mí, la mejor película antinavidad que he visto...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!