miércoles, 22 de diciembre de 2010
The Sherwood tales #10
Y así, casi sin quererlo, nos hemos plantado en el presente curso, algo que casi (y por motivos obvios) hemos olvidado en este blog en los últimos tiempos. Cine clásico, cine actual... el eterno debate; y yo me pregunto si no estaremos confundiendo los términos y eludiendo la matriz del embrollo. Me doy cuenta de estas cosas, sobre todo, cuando tiramos de memoria cinéfila y comparamos; porque a lo largo de las últimas dos semanas hemos recorrido juntos lo que el séptimo arte ha logrado con un personaje que, hasta entonces, tampoco tenía una dimensión tan amplia como la que ahora mismo disfruta. Y, claro, era impepinable ¿alguien dudaba de que el Robin Hood 2.0 lo iba a hacer Ridley Scott? No, claro que no. Una vez aclarado esto, creo que podemos ir muy tranquilamente a la película en cuestión y hablar un poco sobre ella. ROBIN HOOD (título original...) es, y aunque lo hayan oído cientos de veces este año es así, GLADIATOR con otros ropajes y cambiando la ubicación temporal ¿Es esto necesariamente malo? Según yo veo, no, no es que sea malo en sí mismo copiarte una y otra vez si definitivamente no tienes nada original que contar y es algo que te ha salvado no hace mucho del descalabro; el problema es el siguiente: ¿Qué aporta este Robin Hood a día de hoy? Yo creo que nada, excepto la enésima demostración de poder presupuestario del señor Scott en tiempos de crisis; su simplista discurso sobre buenos y malos nos lleva directamente a los primeros títulos de la serie, con la particularidad de que a estas alturas ya nos sabemos la historia de pé a pá. Este ROBIN HOOD nos estampa en las narices a otro Russell Crowe haciendo lo único que sabe hacer, que es ponerse ahí delante y dejar que la era digital haga el resto; hay un punto interesante, que consiste en ver a Cate Blanchett remontar un personaje de chiste, una improbable lady Marian labriega, a base de su tremendo carisma y profesionalidad. También sale Max von Sydow haciendo de anciano ciego, que tampoco es un tópico... Y William Hurt como un pobre desgraciado que debe plegarse a las maquinaciones del príncipe Juan, que no son tales, porque se trata de un príncipe Juan más desvaído e inerte que nunca, por lo que casi no logramos adivinar quién es el malo de verdad... Bueno, sale este tipo, el calvo Mark Strong, del que pronto nos olvidaremos plácidamente como de un mal sueño y que es el malo que Ridley Scott busca incesantemente, un malvado físico, sin muchos argumentos para exponer su maldad excepto su garrulismo integral; esto, unido al garrulismo bonhómico de Mr. Crowe, da como resultado una vigoréxica versión de una Edad Media que nadie puede creerse que fuese así; porque el pavor de estas producciones es patente cuando un cansado guerrero, con la espada en la mano y una raída cota de mallas, empuja una crujiente puerta de madera y todos nos tememos lo peor, nos decimos interiormente: ¿a que sale un niño jugando a la PlayStation?... Así es de crudo el asunto...
... y, fin...
Saludos ensartados.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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