martes, 7 de diciembre de 2010

Un buen trabajo




Respecto de la guasa que nos estamos comiendo en forma de marronazo con esa casta de cabrones que son los controladores aéreos, uno llega a la conclusión de: 1- Sí, los ricos también lloran. 2- Sí, también se puede hacer una peli sobre ellos y que salga hasta Angelina Voight. 3- Sí, en Yanquilandia los controladores aéreos también hacen barbacoas en el jardín.
Yo creía hasta no hace mucho que Mike Newell era un buen director, un artesano de correctas maneras y no poco talento para desenvolverse en cualquier género sin grandes batacazos; su llegada a Hollywood desde Gran Bretaña no pudo ser mejor, pues supuso su gran obra maestra, DONNIE BRASCO, cuyas cotas no creo que vuelva a igualar. Animado por esta satisfactoria primera toma de contacto, Newell aceptó un encargo de la Fox sobre las vicisitudes de ese desconocido gremio que son los controladores aéreos, tan de actualidad ahora mismo. Y, bueno, teniendo en cuenta un reparto más que solvente, con John Cusack, Cate Blanchett y Billy Bob Thornton, la verdad es que el resultado es de esos de "ni frío ni calor"; hay algunos momentos de tensión, con la pantallita de marras y los dos protagonistas enfrentados por sus cuitas personales mientras juegan con la vida de cientos de personas (sí, son así de imbéciles); y también el típico juego erótico-festivo con la esposa/Blanchett por un lado y la "curvas peligrosas"/Jolie por otro. En definitiva, y para no extendernos mucho, PUSHING TIN, cuyo nombre alude a la jerga que compara hacer despegar un avión con empujar una lata, presenta a  un Cusack como un quemado hombre de familia que sólo obtiene emociones derivadas de su trabajo y un Thornton haciendo de misterioso recién llegado, con un pasado que le precede y una Harley Davidson en el garaje. No hay mucho más que contar, porque la historia está bastante trillada y todos nos la sabemos de memoria; justo al contrario de la resolución del marronazo que se nos ha venido encima por culpa de un colectivo avaricioso, irresponsable y despreciable.
Saludos bajo control.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!