sábado, 10 de abril de 2010

Cuando todo el monte es orégano

El problema de tener éxito de crítica es la esquizofrenia traducida en buscar a toda costa el reconocimiento del gran público; digámoslo claramente: el que ve cine, probablemente el que más va al cine, pero no entiende un pimiento de cine ni tampoco tiene entre sus pretensiones avanzar en sus conocimientos. El último ejemplo que he podido comprobar, sin tentar demasiado a la suerte, con un piloso y zigzagueante ademán de desdén, ha sido el desbarre de Judd Apatow (ese hombre permanentemente pegado a un cronómetro) en su enésima encarnación como multiinstrumentista (guionista, productor y, si me apuran, hasta director en la sombra). El artefacto se llama PINEAPPLE EXPRESS, y ya desde su terrorífica traslación hispana del título (SUPERFUMADOS!!!), la cosa se ve claramente que no va a tener demasiados remilgos a la hora de indagar en nuestros bolsillos. Sin embargo, el director, el que aparece en los créditos, es David Gordon Green, aquel lampiño y fresco jovenzuelo que sorprendió a propios y extraños con dos atípicas cintas de sensible corte (SNOW ANGELS y ALL THE REAL GIRLS). Así que uno, sin saber muy bien qué va a encontrarse, se encuentra (hablamos siempre de la primera parte) con unos diálogos ágiles, bien hilados, sin estridencias; una trama moderadamente delirante y que cuenta cosas, cosas que te puedes creer o no, pero que va conformando un estado de ánimo entre dos improbables colegas, interpretados por el inefable Seth Rogen y James Franco. Ambos, bajo los efectos de la droga que da nombre al film, se ven envueltos en un lío que incluye mafiosos de medio pelo, camellos con katinkas, matones de otro planeta y coches multiusos; en cuanto Gordon Green se encuentra de bruces con el guión de Apatow y debe imprimir acción, la cosa se le va de las manos y el sensible retrato de colegueo friki se convierte por la cara en una especie de cruce entre ¡JO, QUÉ NOCHE!, un Tarantino de guasa y las persecuciones de el Gordo y el Flaco... Un desbarajuste que termina en uno de los finales más mal rodados que he visto últimamente. Una pena, porque creo que Apatow le ha chafado la película a Gordon Green, una película que iba en una interesantísima dirección, pero ya dije antes que los pobres hartos de pan son inaguantables.
... pasa el saludo...

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!