
Los trabajos de David Fincher, los Coen Bros. o Paul T. Anderson así lo demuestra. Actualmente, un fenómeno (el enésimo) arrasa en las carteleras y cala hondo en los subconscientes populares. Como muchos habrán adivinado, se trata de DARK KNIGHT, o cómo seguir alimentando la hoguera de las vanidades. El director de ésta firmó al comienzo de la década un magnífico ejemplo de cómo jugar al despiste, usar dicha circunstancia como espina dorsal del film y, de paso, quedar como un tipo inteligente aunque lo que hayas contado sea una trama de lo más vista a lo largo de la historia del cine.
Aparte de esto, MEMENTO es una buena película, que se desarrolla de una forma bastante curiosa, pues empieza por el final y acaba por el principio. Basándose en la historia de un tipo que no recuerda nada de lo que ha hecho recientemente y por ello va tatuándose el cuerpo con notas de cierta relevancia que irán indicándole más o menos cómo ha sido el día anterior. La trama, como digo, no descubre nada nuevo más allá del laberinto narrativo y una estética urgente, heredada directamente del inocuo mundillo del videoclip. Su mujer ha sido asesinada y él debe descubrir quién ha sido. Al ir hacia atrás, deberíamos tener la certeza de avanzar hacia el momento mismo del suceso, Nolan nos pone constantemente el caramelo en la boca y luego se ríe de nosotros, porque no hay nada de sorprendente en su resolución. Y aún así, la peli es entretenida, aunque tampoco hay que pasarse en ciertas exaltaciones que he oído y leído por ahí.
Existe una diferencia fundamental entre ZODIAC y MEMENTO; y las comparo porque creo que ambas contienen algunas claves fundamentales para entender el devenir del cine comercial contemporáneo. La que aquí comento no puede desprenderse de cierto efectismo visual para enfatizar el elemento de no-historia. Mientras tanto, David Fincher da una vuelta de tuerca nunca vista: invita al espectador a salirse de la trama e inventar él mismo la película que más le convenga, pues el director deja de ser el típico contador de historias para convertirse en un instrumento vampirizado él también por la misma. Dos caras de la misma moneda, donde una sale ganando y la otra pierde fuelle a medida que los años van descubriendo sus carencias.
¿Me olvidé de saludarles...?