El premio a mejor fotografía en Sitges lo ha recibido Giovanni Ribisi, nombre más que conocido por su faceta de actor, y que últimamente parece más centrado en su trabajo como director de fotografía. Y ciertamente uno de los puntos fuertes de STRANGE DARLING es el notable trabajo de su imagen, mucho más avanzado de lo que parecería indicar lo escueto de su producción, exprimida hasta el máximo. Conocía a J.T. Mollner por un western de esos modernos de hace unos siete años, pero no me había parecido nada del otro mundo; en este caso, hay tres puntos fuertes, e incluso notables, pero existe un intangible que, más que otra cosa, da rabia, porque esta película podría haber sido memorable. Lo primero que salta a la vista es su estructura, deliberadamente desordenada, que puede remitirnos al montaje del primer Tarantino, aunque no es gratuito, puesto que la percepción del espectador depende de este montaje de episodios aparentemente caprichoso, lo que obliga a desvelar el mínimo de información. Estupenda está también su pareja protagonista, formada por Kyle Gallner y Willa Fitzgerald, que con pocos aspavientos elevan el tono de la cinta en un crescendo de mal rollo que provoca multitud de preguntas hasta que no se van mostrando las respuestas. Por último, el motivo argumental principal es de altura, deshaciéndose de todo lo superficial y yendo a lo mollar de la oscura noche que espera a estos dos amantes ocasionales, aunque la llegada del día no va a mejorar las cosas.
¿Qué es entonces lo que me desplaza del film, y evita que esté hablando de un acontecimiento? Supongo que plantear un puzzle diabólico que siempre acaba optando por resoluciones terrenales. O dicho de otra forma: Tarantino es grande porque no sabías que "eso" se podía hacer. Con todo, es una película solvente, que mantiene el interés y se guarda un par de sorpresas de guionista inteligente, una especie que no se prodiga tanto como debería.
Saludos.
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