viernes, 25 de octubre de 2024

Despoliticemos las correcciones


 

A vueltas con lo de Sitges, no son pocos los títulos que, más o menos intencionadamente, me van surgiendo de ediciones pretéritas. Un ejemplo, BLOODLINE, que se pudo ver hace cinco años, y en la que se le daba una supuestamente original vuelta de tuerca al subgénero de los asesinos en serie, mostrándonos a uno que mantiene una doble vida de lo más curiosa. Trabaja como asistente psicológico en un instituto, para alumnos con ambientes familiares problemáticos; en su casa le esperan su mujer, su madre y el bebé que acaban de tener. Como no hay ningún secreto que desvelar, efectivamente, este esposo y padre ejemplar es un despiadado asesino, que eventualmente da rienda a su macabro instinto. Por un lado, tenemos una película modesta, de pocos recursos, que fía su potencial a los continuos giros y al carrusel de situaciones al límite, derivadas de la dificultad de mantener esas dos vidas tan opuestas. Por el otro, estaría una decepcionante resolución, que ata demasiados cabos con excesiva premura, y que hubiese tenido más impacto, por ejemplo, en una miniserie, pero en un film tan funcional como éste no permite que el montante permanezca en nuestra retina ¿Es recomendable? Bueno, sirve para distraerse una hora y media sin muchos remordimientos. Prácticamente como su protagonista...
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!