viernes, 11 de octubre de 2024

La carta de amor


 

La carta de amor no debe ser sentimentalista, pero tampoco ha de eludir los sentimientos. Nada mejor para ubicar el destartalado gigantismo de HORIZON que repescar sin solución de continuidad OPEN RANGE, o la auténtica reivindicación de Kevin Costner como el gran director de westerns que es, sin medias tintas. Película grande y pequeña al mismo tiempo, concebida a modo de embudo, con un inicio de babita caída, con un primerizo James Muro fotografiando unas panorámicas celestiales, hidromiel para una pantalla grande, y con una presentación de personajes ejemplar, deudora de los maestros en esto de la concisión, y que se aprovecha (cómo no hacerlo) del estado de gracia de una pareja protagonista impresionante, formada por el propio Costner en uno de sus personajes más complejos y completos, y un colosal Robert Duvall, por mucho que el hijo de perra nos malacostumbrara a sus clases magistrales de interpretación. Es una historia simple, incluso parca en detalles, pero que sabe qué cuerda tocar en cada momento, y que nos lleva en volandas de esos "campos abiertos" hasta el pueblo donde el cacique de turno les hará la vida imposible por motivos que parecen atávicos, mostrando el sesgo cuasi mitológico que todo western debe al menos aspirar a tener. Sin contar casi nada (y es mejor así), sólo rubrico con el detalle de que uno de los mejores tiroteos de todos los tiempos (y juro que no estoy exagerando) ha de necesitar nada menos que una hora y cuarenta y cinco minutos previos sin que se malgaste una sola bala. Es sacarse la chorra o elaborar un sentido homenaje a esos clásicos, cuyos creadores manejaban la contención con mano maestra, para culminar en un estallido, siempre rabioso, y bello, y con el cuadro de la dignidad colgando muy al fondo...
Le falta un nosequé para ser una obra maestra.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!