martes, 8 de octubre de 2024

No se podía saber


 

Me da mucho coraje una película como THE DEAD DON'T HURT (esa traducción...), porque Viggo Mortensen, como a la mayoría de los mortales, me cae bien, y quizá hubiese merecido algo más de suerte en este bien ejecutado pero tibio western, que no sólo se conforma con caer en las trampas de guion que se plantea a sí misma (director y guionista), sino que se permite confundir el montaje desordenado con el creativo, lo que redunda en un par de situaciones que rozan la telenovela barata. En realidad, este film podría haber transcurrido en la actualidad, en Europa, o donde ustedes elijan; porque en el fondo, lo único que la sostiene es la creación de una atmósfera anticlimática, confiando en que los escasos estallidos de violencia sean suficientes para animar su lánguido discurrir. O también, me da coraje desaprovechar la química entre Mortensen y Vicky Krieps, presos de, insisto, un guion que los zarandea constantemente, juntos y separados. De hecho, y sin ningún ánimo por desvelar más de lo necesario (que es casi nada), estoy seguro de que cualquiera con un mínimo de bagaje exclamará, en un momento dado, la frase que encabeza esta reseña.
Es buena y mala a la vez. Un western raro y dislocado.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!