lunes, 6 de julio de 2020

Los hombres sin nombre



Ennio Morricone daría, por sí solo, para hablar largo y tendido; tanto como de un director o de un actor, tal es su impagable legado. Con un pie en la vanguardia y otro en la tradición de raíz, el compositor romano es uno de los nombres clave para entender los últimos 50 o 60 años de cine, y su muerte nos deja un poco más huérfanos, pero también supone la oportunidad de efectuar un breve repaso por una carrera para la que necesitaríamos meses. Y una de sus obras más paradigmáticas, no tengo ninguna duda, es PER UN PUGNO DI DOLLARI, primer spaghetti western de Sergio Leone, y en el que Morricone prácticamente reinventa la noción de banda sonora, con una partitura expresionista, formada por una incesante guitarra eléctrica (muy Shadows) y un silbido fantasmal, que brota desde algún lugar tras los rostros hieráticos de Clint Eastwood, Lee Van Cleef o Gian Maria Volonté. El primero es un cazarrecompensas, un hombre "sin nombre" con el único propósito de ir tras el botín más suculento. El segundo es un ex militar, que aparentemente tiene el mismo dudoso oficio, pero que en realidad va tras el tercero en discordia, "El Indio", un asaltabancos desquiciado y escurridizo, que planea un gran golpe desde hace tiempo. Leone las hizo mejores después, es cierto, pero no lo es menos que aquí empezó a gestarse toda una forma de entender el cine, insoportable para unos, fascinante para otros. Eran los años sesenta, estábamos en Almería y los astros comenzaban a conjuntarse de una manera un tanto extraña. Mañana continuaremos...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!