sábado, 15 de junio de 2019

Todo lo bueno se acaba



Mamoru Hosoda es, desde hace algo más de una década, uno de esos nombres a seguir en la animación japonesa. Decidido a demostrar que hay vida más allá del Studio Ghibli, estuvo a punto de formar parte de la dirección de EL CASTILLO AMBULANTE, pero su carácter inconformista lo dejó fuera del proyecto, lo que le llevó directamente a la Mad House, probablemente la segunda productora de animación más importante de Japón. Y su primer título fue TOKI O KAKERU SHÔJO (LA CHICA QUE SALTABA A TRAVÉS DEL TIEMPO), una película que partía de la novela original de Yasutaka Tsutsui y cuyo funcionamiento argumental es mucho más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista. Una adolescente está acabando su último curso de instituto, por lo que empieza a atisbar la cantidad de cambios que se le vendrán encima. Inesperadamente, entra en contacto con un extraño artefacto, que le otorga la capacidad de volver atrás en el tiempo y arreglar cuantos sucesos que ella toma como equivocados, aunque puede que hubiese sido mejor dejar las cosas tal como estaban. Es cierto que la acumulación de saltos temporales puede terminar resultando abrumadora, pero se trata de un film que encierra un mensaje muy interesante y maduro: podemos cambiar cuanto deseemos, lograr la casi perfección ante los demás, pero lo único que permanece es el afecto y amistad verdaderos, aunque de eso normalmente sólo nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!