sábado, 8 de junio de 2019

Habría que creérselo



A veces es necesario comparar dos productos similares para que la bobaliconería de uno otorgué la verdadera dimensión al otro. Ejemplos hay incontables, pero me acuerdo hoy del último trabajo de Spike Lee, creo que no muy bien entendido por la mayoría, pero que reinventa con inteligencia e intención el género de infiltrados, uno de los que, precisamente por su propia naturaleza de apariencias y credibilidades, tiende más a la parodia involuntaria. La historia real del agente Michael German es tremendamente interesante, por lo que de revelador tiene respecto a un asunto turbio de la sociedad americana, y al que normalmente no se le presta más atención que a la quimera de unos cuantos desequlibrados a los que le va la marcha. German estuvo infiltrado en varios grupos neonazis, logró desarticularlos y luego describió cómo sentía que una amenaza latente iba desarrollándose en el mismo corazón de Estados Unidos, sin que nadie lo notara de esa manera. IMPERIUM es la película que lo cuenta, pero lo hace tan chapuceramente que cuesta creer la mayoría de lo que vemos. Y no por la elección de Daniel Radcliffe como protagonista, que al final es de lo poco salvable de este film encorsetado y ramplonísimo, como de cartón piedra. En muy pocos minutos, un tipo que es un ratón de biblioteca, y del que hasta sus compañeros en el FBI se burlán, es capaz e transformarse en un temible supremacista, sin que el director se moleste en mostrar ese proceso interno de cambio, así que todo va acelerado, los personajes aparecen y desaparecen por arte de magia y el guion está caóticamente ejecutado. Una lástima, porque ya digo que el material prometía para mucho más. Y, sí, mejor vean la de Spike Lee...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!