jueves, 27 de junio de 2019

De muñecos y hombres



John Guillermin es uno de esos directores de sobrado talento que, por la razón que fuese, sucumbió a la llamada del cine comercial y abandonó pronto la idea de cimentar una carrera más personal y estimulante. De origen británico, comenzó a dirigir pequeños productos televisivos a principios de los cincuenta, y su gran intuición para dirigir actores y construir atmósferas densas empezó a llamar la atención de diversas productoras. Aunque su mejor película fue un extraño y claustrofóbico film de 1965 titulado RAPTURE, en el que se daban la mano el suspense de Hitchcock y la tradición gótica europea, a lo que contribuye decisivamente su localización en la oscurísima costa de Bretaña. Sin embargo, la película transita, aunque no lo parezca, por un lugar distinto al terror, centrándose mayormente en la (primero) enfermiza relación entre un hombre amargado por un terrible secreto del pasado y su hija adolescente, que, incapaz de crecer, se refugia en un mundo sin personas, y en el que los muñecos son sus habitantes. El brillante guion firmado por Ennio Flaiano, y basado en la novela de Phyllis Hastings, zarandea la historia con estudiada imprevisibilidad, conformando una atmósfera encerrada y opresiva, pero que siempre esconde algo nuevo que va a dotar al conjunto de verosimilitud. En un momento dado, la chica construye un espantapájaros, aunque su objeto es tratarlo como a un hombre real, y cuando un fugitivo se refugia en su casa huyendo de la policía, ella cree que se trata de su creación encarnada, lo que dispara un perverso juego de dependencia emocional, que se revela extremadamente complejo a medida que cada personaje va desvelando su maltrecho interior. Mención aparte merece el reparto, encabezado por el gran Melvyn Douglas y aquel incipiente Dean Stockwell; por el otro lado estaba la irresistible Gunnel Lindblom, habitual del cine de Bergman, y una jovencísima Patricia Gozzi, que borda su desequilibrio mental, además de protagonizar un par de tórridas escenas impensables hoy día, teniendo en cuenta que sólo contaba con 15 años de edad.
Una de esas joyas ocultas que merece la pena descubrir.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!