viernes, 21 de junio de 2019

Apuntes para la anatomía de un país



¿Cómo se puede poner en imágenes una identidad, una forma de ser? ¿A través de qué intrincado laberinto nos tendría que llevar un cineasta para que, sin abandonar los trámites de una narración más o menos convencional, identifiquemos el corazón del subtexto, quizá enterrado entre capas de inagotable sentido? No hay muchas películas que logren esto, al ser un arte más encorsetado que, por ejemplo, la literatura. Pero hay joyas del cine, obras únicas e irrepetibles por su contexto, su intemporalidad, su magnífica imbricación de lo sublime y lo rastrero. Es decir: por la clarividencia con la que ajustan las flaquezas, miserias y debilidades humanas para, finalmente, conformar un tejido que parece precisamente eso, la identidad de un pueblo, un país. Se puede estar revisando VIRIDIANA toda la vida, siempre encontraremos un nuevo significado, como si de una obra en perpetua renovación semántica se tratase ¿Qué nos quiere contar Buñuel? ¿La dolosa historia de amor truncado del tío que vive obsesionado con su difunta esposa y la beatísima sobrina, a la que hace pasar (en hitchcockiano recurso) por nueva carne? ¿O por el contrario deberíamos quedarnos con la posterior e irreverente relectura (tenebrosa, inasible) del berlanguiano "ponga un pobre a su mesa"? Para ambos contextos hay dos escenas esenciales, por no extendernos demasiado y porque VIRIDIANA, ya digo, es casi infinita en hallazgos. El tacón y el corsé disfrazando la ausencia de la mujer muerta, seguidos de una ceniza sonámbula derramada sobre la cama, como vaticinando la tragedia al no poder existir deseo consciente. Mientras que en el segundo acto, más allá de la fascinante orgía de pobres, a Buñuel le basta un rápido trazo para hablar de la inutilidad de la caridad: Paco Rabal se apiada de un chucho amarrado a una carreta, así que se lo compra al dueño por poca cosa; seguidamente, sin dejar de sostener el plano, una carreta idéntica pasa en dirección contraria, con un perro idéntico amarrado...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

2 comentarios:

ricard dijo...

Coincido contigo: la escena del perro atado a la carreta es definitiva.

Saludos.

dvd dijo...

Es una película inagotable. Vuelves a verla y adquiere un nuevo significado, y eso sólo se puede decir de un puñado de obras maestras...
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!