jueves, 10 de mayo de 2018

Hasta el cuello



RAINING STONES es un título que me viene a la cabeza con facilidad últimamente, uno de esos retratos infalibles de un sector de la sociedad "primermundista" al que nadie parece querer hacer caso; ese lumpen, eternamente jodido, aprisionado por las deudas y la precariedad, que apenas saca un poco la cabecita para volver a caer rodando por una cuesta que no parece tener fin. Como siempre, Loach es capaz de lo mejor y lo peor, de tocar la cuerda más sensible, la que hiere de verdad, la que identifica y denuncia a los culpables, pero también cae en el exceso demagógico, pensemos que bienintencionado, pero que en este film llega incluso a un sonrojante ternurismo paternalista. Y eso que el film arranca muy bien, presentando a una pareja de colegas de mediana edad intentando echar el lazo a un pobre cordero, con la intención de venderlo a un carnicero. Loach, sin embargo, da la primera con la incapacidad de ambos para matarlo, en una escena cómica pero que no es casual. Quizá le hubiese venido mejor repartir el material, la pareja Jones/Tomlinson funciona, pero se disuelve y deja todo el protagonismo al primero, un zoquete obsesionado con comprar un traje de comunión a su hija, una misión tan trascendente que lo llevará de un trabajo peor a otro, hasta el punto de ser amenazado por un matón prestamista. Es decir, que según la filosofía de Loach puedes estar de mierda hasta el cuello, pero debes mantener impoluta tu cuota de moralidad, o algo así, aunque siempre puedes rsolver tus problemas a golpe de llave inglesa, literalmente.
Recupérenla si aún creen que existen las buenas personas.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!