domingo, 20 de mayo de 2018

Rincón del freak #313: Una carretera que no va a ninguna parte



El cine de género es lo que tiene, que de vez en cuando hace flirtear a quienes lo sondean con la posibilidad de subvertirlo, convertirlo en otra cosa. En ese sentido, hay que reconocer que el cine de terror ha sido el que mejor ha entendido esta cuestión, aunque todo riesgo conlleva trampas en las que se puede caer. El debutante Abner Pastoll dirige y guioniza ROAD GAMES, un extrañísimo y deslavazado ¿slasher?... ¿road movie?... ¿thriller?... Demasiadas etiquetas para una historia que hemos visto miles de veces, y que además aquí echa el freno de una manera descarada y cuando existe la posibilidad de sublimar la creatividad, algo que simplemente no se puede hacer si no se tiene. El film empieza bien, mostrando sus cartas, con la imagen de un cadáver que va a ser enterrado; luego nos enteramos de que estamos en la región de Calais, en el norte de Francia, donde un joven británico hace autostop sin ninguna suerte, hasta que encuentra por casualidad a una chica (¡Ay, Joséphine de la Baume!) y son recogidos por un tipo inquietante, que les lleva a la imponente mansión donde vive junto a su no menos extraña esposa (la mítica Barbara Crampton, que también produce). A partir de ahí, parece que Pastoll no tiene ni pajolera idea de qué hacer con el escaso reparto ni con el sugerente argumento; los personajes van y vienen, aparecen y desaparecen. Están las dichosas trampas incidentes (alguien aparece con un martillo en la mano y dice que está haciendo reformas...), o directamente personajes que no se sabe qué pintan co exactitud, como el del veterano Feodor Atkine. Al final, ya es demasiado tarde para el giro de guion, primeramente porque no hace falta ser muy avispado para darse cuenta de por dónde iba la cosa, y luego porque en realidad da igual, la película acaba y nos da completamente igual lo que pueda suceder con un final abierto directamente ridículo. Una lástima, porque los actores están bien, pero a este señor le queda un mundo por aprender.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!