lunes, 24 de febrero de 2014

Campo de sonrisas



Que el palmarés de este año de los premios Goya es un auténtico desastre lo confirma, entre otras cosas, el galardón a mejor película hispanoamericana; primero porque se dejó fuera a la mejor sin discusión (la argentina, e invisible, VIOLA), pero sobre todo porque prefirió a una normalísima película sobre homosexuales agobiados en lugar de la sonrisa congelada que produce GLORIA. La misma que parece esbozar su impresionante actriz protagonista, Paulina García, que se resiste no a envejecer, sino a ser una vieja. Gloria está al borde de los sesenta, está separada, vive sola, sus hijos tienen sus vidas y algunas noches va a una discoteca "para mayores", donde a lo mejor, un día, conocerá a alguien. Gloria parece distante y cercana a la vez, una mujer que proviene de las ansias de libertad y que no entiende de comportamientos conservadores ¿Qué es Gloria? ¿Es una amargada? ¿una incomprensible optimista? ¿una chica de veinte años atrapada en un cuerpo de 58? No. Gloria es "normal", y esa palabra casi que no define nada. No estamos ante una maniática que impone sus deseos a los demás, sino ante una mujer a la que le gusta divertirse, beber, fumarse un porro, follar, escuchar "aguas de Marzo", ir a Viña del Mar. Sorprenderse (aún) con una vida que se revela insostenible cuando el romance da paso a la vulgaridad, cuando uno comprende que la libertad (otra palabra que no define nada), dependiendo de la hora que sea, es imposible de reproducirse. Mejor actriz que película, exacto; pero es un portazo en las narices de este nuevo conservadurismo que nos está esparciendo los gusanos encima antes de tiempo.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!