sábado, 1 de febrero de 2014

Hi-yo, Silver! #4



Debe ser cosa del destino, a veces injusto de tan caprichoso, que un personaje con todos los triunfos en su mano deba sufrir adaptaciones no ya insufribles, sino simplemente incomprensibles ¿Qué movería a la Wrather (subsidiaria de la Warner y valedora de los derechos del llanero solitario) a desempolvar 25 años después al jinete enmascarado? A la vista de la gran operación de márketing, muñequitos incluidos, la cosa está aparentemente clara; lástima que coincidiera con la conmoción spielbergiana de Indiana Jones y los precedentes, que aún coleaban en taquilla, de EL IMPERIO CONTRAATACA y SUPERMAN II (no olvidemos que aquéllos eran tiempos de taquillazos eternos). Sin embargo, con la bendita perspectiva que dan más de treinta años, lo cierto y verdad es que THE LEGEND OF THE LONE RANGER tenía mejores intenciones que resultados; pero habría que cambiar varias cosas para poder elevar un tono general bastante irregular. Primero su pareja protagonista, establecida en dos "actores" de baja intensidad dramática, como el ignoto y "doblado" Klinton Spilsbury, del que ya no se supo nada más, y Michael Horse, que luego tuvo una discreta carrerita televisiva. Hay menos química en ellos que con los vituperados Hammer/Depp, y cuesta trabajo digerir un lone ranger sin asomo del saludable sentido del humor que le insufló Clayton Moore, que al lado de Spilsbury estaba de oscar...Ahora bien, no nos pasemos de listos, porque los truhanes de Bruckheimer y Verbinski copiaron literalmente este guion (hiperinflado, eso sí), donde Cavendish aparece mucho más aseado y sutil, interpretado por un correcto Christopher Lloyd, y cuyo máximo aliciente reside en un gozoso (y jocoso) Jason Robards, que compone un presidente Grant inesperadamente incorrecto. Pero claro, los grandes siempre serán grandes estén donde estén. Y dos apuntes más: la breve intervención de aquel pequeño gran actor que fue Richard Farnsworth haciendo de Wild Bill Hickok y la masacre a la que fue sometida la magnífica partitura del genial John Barry, porque no hay un cantante más alejado de sus intenciones que un Merle Haggard convertido en bardo forzoso. Lo dirigía todo William A. Fraker, que inició su carrera con dos títulos notables para diluirse como casi todo en esta justamente olvidada película.
Saludos.

2 comentarios:

David dijo...

La mejor película de la historia del cine... Y si no, basta una escena de ejem..ejem.. ejemplo:
http://www.youtube.com/watch?v=Jj0BUA_TKMY

dvd dijo...

Ese momento es cutrecillo, sí...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!