miércoles, 18 de abril de 2012
Serie Beeeeeeee...
Aquí lo hemos señalado muchas veces, tantas que ya cansa un poco: lo artesanal feneció al albur de lo digital. Una explicación posible: lo artesanal no era realista, pero tampoco lo pretendía; lo digital pretende emular la realidad a base de pulir imperfecciones, peeeeero... ¡es que la realidad es tan jodidamente imperfecta! En fin, que incluso algunas magníficas intenciones en esto de la serie B (sea lo que sea, que no lo tengo tan claro) se han visto asaltadas de esta especie de sinsentido que plantea un nuevo desafío al cinéfilo menos acomodado. Por ejemplo, vi no hace mucho INFESTATION, una cosa con toda la pinta de "carne de DVD sin peaje posible y con la única intención de ejercer como campo de pruebas para, digamos, técnicas novedosas de digitalización". Y lo curioso de todo esto es comprobar que lo único realmente salvable de esta apocalíptica cinta en tono pseudocómico, deudora tanto de Corman como del mejor Sam Raimi, es, precisamente, su desprejuiciado sentido del humor, y el no tomarse nada en serio le sirve para distendir su poca chicha y nula capacidad crítica. La pregunta, claro, es: ¿Y los bichos? Pues eso, insectos gigantes que tienen su gracia y que ponen una sonrisilla cómplice, pero que están "fabricados" en serie, y eso se nota, y es lo chungo, porque por lo demás, INFESTATION podría haber sido mucho mejor si se hubiera quedado como una peliculita con algunos buenos gags, un intérprete que comienza tímido pero se va creciendo poco a poco y una plena conciencia de sus muchas limitaciones. Al final, lo de siempre: pantalla final del videojuego, un par de explosiones (cómo no, digitales) y otro título directamente a la papelera de reciclaje.
Saludos infestados.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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