lunes, 23 de abril de 2012

Imperdonables ausencias



Hay una máxima no escrita en el cine que viene a decir que se nota más lo que no está, lo que falta, lo que el espectador echa de menos, que lo que sobra; o que es más fácil ser indulgente con según qué excesos/caprichos de autor que con un repentino ataque de austeridad/contención, caso de que afecte considerablemente al normal desarrollo de lo que se quiere narrar. Es la sensación que he tenido después de ver una película que desconozco si se ha llegado a estrenar en España, pero que no me extrañaría que, de así haber sido, hubiese pasado de puntillas por las carteleras. Se trata de BOOGIE WOOGIE, que toma su nombre del famoso cuadro de Mondrian y que (o al menos es lo que parece) aspira a ser un ácido retrato de la indescriptible fauna que pulula por la sabana que conocemos como "la farándula del arte". Es decir: gente con más dinero que tiempo libre, nulo o escaso gusto y una capacidad fuera de toda duda para hacer y decir chorradas, aunque para ellos suelan ser el colmo de la sentencia. Problema nº1: el tono; porque los personajes/actores (por cierto, espectacular reparto/desaprovechadísimo reparto) extreman el tono cómico/paródico de tal manera, que luego les cuesta una enormidad ponerse serios/trascendentes, si es que ponerse serio es (puede que para esta caterva lo sea) pasar del hedonismo pasota a decir que te quedan tres meses de vida ¿? Problema nº2: la historia; porque se cuentan tantas cosas a la vez que uno no sabe para dónde tirar. Está el marchante despiadado, con sus bajezas/miserias; el matrimonio de coleccionistas/acumuladores que no saben una papa de arte, sólo de nombres y datos/cifras; la trepa sexy; la secretaria desplazada por la trepa sexy; la videoartista lesbiana; el apocado aspirante a artista gay; el pintor sin talento pero con un gran miembro... Y seguramente Woody Allen hizo mucho más con todo esto, pero a Duncan Ward se le nota que tiene demasiadas cosas para tan poco tiempo, y al final lo que queda es una historia ligerita que te deja exhausto; demasiadas dicotomías para decir "pero qué tonto es usted". Se deja ver, y los actores salvan gran parte del mobiliario, pero poco más, muy poco más...
Saludos abstractos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!